Por Rita Alicia Rodríguez
Cuando la libertad de expresión y opinión es una crítica ligera que exhibe y no aporta.
Cuántas veces después de meternos en un lío por no reservar nuestros impulsivos comentarios, hemos recordado los refranes icónicos de las abuelas: “si no tienes nada bueno qué decir, mejor no digas nada” o “cada uno sabe dónde aprieta el zapato”. En más de una ocasión hemos identificado que es tentador juzgar el papel de quien tiene una “posición privilegiada” y que otros aspiran.
En los espacios cotidianos de convivencia, existe una constante en aquellos que se respaldan en la narrativa de “es que yo soy así, soy muy frontal” y van por la vida sin filtro alguno ni consideración por los demás. A su vez, el entorno digital trae consigo la posibilidad del anonimato que resulta una opción cómoda para quienes emiten juicios y opiniones que, en su mayoría, carecen de fundamento.
En la atmósfera mediática de las redes sociales, opinar sin pensar dos veces puede generar un caos viral y repercusiones laborales. Basta con mencionar los ejemplos del reconocido actor mexicano Eugenio Derbez y el influencer y actor, también mexicano, Ricardo Peralta. Al primero, emitir una opinión desconsiderada e imprudente sobre el trabajo de la actriz y cantante estadounidense Selena Gómez, le hizo perder en tan solo un fin de semana, 3 millones de seguidores. Por su parte, Ricardo Peralta, ha tenido que afrontar un declive en su carrera y asumir las consecuencias de sus infundados y desmesurados comentarios tras haber participado en el reality show más visto en México en el 2024.
Y entonces, ¿dónde están los límites y cuándo una crítica se torna irresponsable?
Para empezar, esto nos recuerda que el 10 de diciembre se conmemora el Día de los Derechos Humanos. En este día lo más importante es tener claridad de los principios que garantizan una convivencia armónica y cuáles son los temas de agenda implícitos para desenvolvernos sin afectar la integridad de otros y, desde luego, la individual. Por tanto, es un entendimiento recíproco, respeto a los demás, pero también identifico los límites hacia mí.
Al respecto de la libertad de expresión y opinión es un derecho primordial que nos permite expresar ideas, creencias y opiniones. En contraste, la crítica irresponsable carece de fundamentos, de precaución y la poca o nula empatía por el daño que puede causar. Por tal razón, la crítica ligera carece de argumentos sólidos y evidencia; es superficial, no suma por su falta de análisis y compromiso.
A todo esto, por supuesto que la crítica constructiva y bien argumentada es valiosa, es más, debemos promoverla. No obstante, sin las credenciales, sin información, sin bases y desde el impulso o las ganas de incomodar o exhibir a alguien, siempre será una mala idea.
Es sencillo opinar sobre el trabajo y el desempeño de los demás, juzgar de manera deliberada. Como ejemplo de ello, los deportistas mexicanos que sí han dado resultados y que han tenido una posición de éxito. Tenemos el caso del futbolista Hugo Sánchez, en su máximo momento deportivo, no estaban en la conversación muchos temas, tales como la xenofobia que vivió en Europa y que, al día de hoy, aún se le critica y no se le valora al nivel de su logro profesional. Y qué decir de la presión mediática hacia el piloto de automovilismo Checo Pérez, tras una carrera ascendente y fructífera, apenas se presentaron los altibajos, comenzaron los juicios sin cautela.
En otros enfoques, según los datos de la macroencuesta Global Consumer Survey hecha por Statista en el 2022, en México más de la mitad de los entrevistados declaró que las reseñas juegan un papel importante a la hora de influir en las decisiones de compra, por lo tanto, es vital cuidar el filtro de las reseñas fake. De hecho, las críticas infundadas a una marca tienen un impacto significativo que puede desencadenar pérdida en la reputación construida, disminución en las ventas y sus ingresos corporativos.
Dar soporte y realmente contribuir cuando das tu perspectiva a los demás, va más allá de si somos familia, pareja, amigos, colegas, compatriotas o consumidores. Si se comparte un punto de vista, vale la pena cuidar las formas (nuevamente recordemos a las abuelas), no exponer, destacar los aspectos positivos y proponer alternativas en tal caso para que alguien mejore.
Fomentemos el diálogo empático, seamos responsables de nuestras palabras y no demos foro para alimentar el odio o la violencia. Sembrar la discordia de forma irresponsable, malintencionada o injusta, conlleva a resultados perjudiciales donde nadie gana y todos pierden.
Y recordemos… El buen juez por su casa empieza.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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