Por Rosa Covarrubias

Hace 100 años, en 1924, París vivió sus últimos Juegos Olímpicos, justo aquí, en donde nació la idea de celebrar un evento deportivo como en la antigua Grecia y gracias al Barón Pierre de Coubertin hoy es posible. 

Ha pasado un siglo desde la última vez que París vio como aquellos humanos tocaban el cielo con sus manos y en ellas, guardadas como lo que son, el tesoro más preciado al que un atleta puede aspirar, las preseas olímpicas.  

En esta ocasión, a diferencia de hace un siglo, la equidad de género se impuso y la mitad de las deportistas que competirán serán mujeres.

Es semana Olímpica, en cada esquina de París se vive, se respira el ambiente de los Juegos, aunque no todos los parisinos están felices debido al incremento de precios, sobre todo en el transporte, pese a ello y pese a ser una de las ciudades más visitadas del mundo y a estar acostumbrados al movimiento que el turismo genera, en cada esquina de París, se viven los Juegos Olímpicos. 

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.