Por Rosa Covarrubias

Dicen que las grandes aventuras y las grandes empresas comienzan con un “loco” que las sueña, un visionario que se permite observar y generar cosas nuevas de cara a un futuro prometedor, pero lo hecho por el Dr. Ludwig Guttmann dio esperanzas a un mundo mejor. 

Hace 3 años escribía mi primera columna en Opinión 51, coincidió con el fin de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, había tanto que contar de aquella justa veraniega atípica, en la que la pandemia nos dejó butacas vacías, solo a los miembros del equipo se les permitía estar en las gradas para observar a sus compañeros competir. 

Esa ocasión preferí escribir del club de los 15 y fue gracias a la ceremonia de inauguración de aquellos Juegos Paralímpicos. No fue tan espectacular, quizá, como la que vimos en París, en donde decenas de artistas portaron antorchas y formaron los Agitos, símbolo de los Juegos Paralímpicos que significa, en latín, “estoy en movimiento”, música, celebridades, un desfile de atletas por los Campos Elíseos hasta llegar a la plaza de la Concordia, todo un escenario espectacular; hace 3 años, el 15 me marcó por siempre, al ser el porcentaje de personas con discapacidad en el mundo. 

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.