Por Rosa Covarrubias
Han sido un par de semanas en las que, sin duda, es complejo despertar y no tener actividad olímpica en vivo en la pantalla, aunque me declaro culpable de haber visto más de una vez, en repetición, las competencias que nos hicieron vibrar en París 2024.
El olor a Juegos Olímpicos comienza a desvanecerse con el paso de los días, como si hubiera sido hace más de un mes que la Justa Veraniega llegó a su fin, pero dichosos de haber sido testigos de un evento magnánimo, lleno de historia, arte, música y por supuesto, mi parte favorita, deportes.
París 2024 dejó grandes enseñanzas entre aquellos que no confiaban, porque los parisinos estaban renuentes a recibir unos Juegos Olímpicos por lo que ello implica, aumento en el precio del transporte y alimentos, cierre de avenidas y de calles tanto para automóviles, ciclistas, motociclistas, como para peatones, porque los Olímpicos eran para todos y estaban en las calles.