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Por Rosa Covarrubias

No pude evitar sentir, de nueva cuenta, esa ansiedad que provoca el ver cuando alguien desespera, comienza a tomarse la cabeza, después se jala el cabello (si es que tiene), comienza a tomarse el rostro y ahí, en ese momento, se rasguña, sin querer o con intención, pero terminan lastimándose. 

El partido del Manchester City contra el Feyenoord, sacó a pasear los demonios internos de uno de los técnicos más exitosos del siglo XXI, hablamos de Pep Guardiola, de quien la desesperación se apoderó cuando su equipo perdió la ventaja de 3 goles y terminó empatando contra el conjunto neerlandés. 

Guardiola salió a la flash zone (zona de entrevistas para los medios con derechos), con marcas visibles a kilómetros de distancia de rasguños, incluso con una herida poco más profunda en la nariz, una imagen que en automático le dio la vuelta al mundo. Hubo quienes hicieron bromas y memes al respecto. Las que más recuerdo haber leído fueron las de, ‘¿acaso lo atacó un gato?’  a aquellas burlas con connotación sexual. 

En la conferencia de prensa, tras ser cuestionado por aquellas marcas, Pep simplemente respondió: “me los hice con los dedos, con las uñas... quiero hacerme daño”, muchos tomaron esa contestación como algo irónico, pero cuando eres consciente de que la desesperación por algo que está fuera de tus manos te llevará al límite, no puedes tomarlo a burla. 

Al otro día, las disculpas de Guardiola por “tomarse tan a la ligera” la respuesta que dio en la conferencia sobre los rasguños, mencionó en sus redes sociales que no fue su intención minimizar los problemas de salud mental que aquejan a millones de personas en el mundo y hay que buscar ayuda en caso de ser necesario. 

La presión que tiene un director técnico de un equipo de futbol, en muchos países suele ser mayor que otros puestos de dirección, tu trabajo depende de que 11 personas entiendan a la perfección lo que pretendes y lo ejecuten de igual manera, pero en la mayoría de las ocasiones las cosas no saldrán así y, cuando esas personas que están en el campo no funcionan como equipo y el estrés se desborda, este te lleva al límite. 

Aquella imagen de Pep con las lesiones en rostro y cabeza, sumadas a las burlas de la gente y a las disculpas del técnico español, hicieron que reflexionara, sobre lo que sentí al verlo así y me regresé algunos años atrás en mi vida. 

Recordé aquella vez que, a los 8 años, tras las críticas de mi maestra de tercer año a un dibujo que entregué, mismo que hizo mi mamá porque en verdad soy malísima para eso del dibujo y las manualidades, salí llorando y corriendo del salón, golpeé tan fuerte y constantemente la pared hasta abrirme los dedos, eso hacía que me sintiera mejor. 

A los 13 años fue cuando comencé a rasguñarme el rostro y los brazos, lo hacía para calmarme, para no sentir dolor o para que desapareciera la frustración cuando algo no salía como esperaba. 

Pensé que en la preparatoria lo había controlado y había quedado atrás, hacía demasiado ejercicio y eso ayudaba, pero regresó en la Universidad y se mantuvo hasta los primeros años de mi vida profesional, me daba pena hablarlo, no quería preocupar a la gente a mi alrededor y antes, no sabía cómo manejarlo, no me gustaba que me dijeran que estaba loca. Ahí fue cuando llegó la ayuda de un psicólogo, detectamos la razón por la cual lo hacía y pude controlarlo. 

En noviembre de 2019 fue la última ocasión que lo hice. Había sido un año muy complicado en lo personal y todo me rebasó; estaba de viaje en el extranjero con mi familia y aún no puedo olvidar el rostro de preocupación de mi mamá cuando me vio hacerlo. Quería correr, salir a tomar aire fresco para dejar de rasguñarme, le pedí me dejara un momento a solas, algo que, por supuesto, no ocurrió, se quedó a mi lado, caminamos juntas y logré calmarme. A mi regreso a casa fui de nuevo a buscar a mi psicólogo. 

No ha sido sencillo escribir esta columna, pero no pude evitar hacerlo y menos después de ver el rostro de Guardiola así, con rasguños.

Miles de preguntas pasaron por mi cabeza, pero lo primero que sentí fue empatía por él, de nueva cuenta pensé en la salud mental de los atletas, en la presión que deben soportar, en las críticas de los deportistas de sofá o de los entrenadores de sillón que beben cerveza y sacan su frustración e ira en contra de aquellos que buscan entretener con su trabajo. 

Si a ti que estás leyendo esto te ha pasado, en verdad busca ayuda, cuando esta llega, créeme, aprendes a conocerte, a manejarlo y a controlar la impotencia y el dolor de manera diferente.

Es importante hablarlo, comentalo con tu familia y pide ayuda inmediatamente. 

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@RCova18

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