Por Rosa Covarrubias
Todos, absolutamente todos, desde pequeños, tenemos una afición por algo; por la música, por el deporte, por el arte, por las letras, etc.El deporte marca un hito en cuanto a ser un generador nato de ídolos, aquellos que que vemos como súper héroes, esos que parecen tener un poder oculto, más allá del trabajo y el esfuerzo, mismo que los catapulta a la fama y, en muchas ocasiones a tener una suma de dinero importante en el banco, quizá sea por eso el anhelo de ser como ellos.Pero, ¿qué ocurre cuando tu deportista favorito, aquel al que acompañaste a cada una de sus competencias, decide poner punto final a su carrera?Quienes lo han vivido no me dejarán mentir: se siente un vacío extraño, en ocasiones pienso 'es una tontería', pero cuando inicia una nueva temporada y no lo ves, en verdad es un poco raro. Echemos el tiempo atrás, a 2002, cuando un joven español, amante ferviente del futbol, comenzaba su andar por los circuitos de la ATP Tour. Solo tenía 15 años cuando fue invitado al abierto de Mallorca, pocos, muy pocos, vislumbraban el futuro tan exitoso de Rafael Nadal.Es una semana compleja y, aunque su presencia en los grandes torneos ya no era frecuente debido a las lesiones y a que la edad en el deporte no perdona, Rafael Nadal jugó su último partido en la Copa Davis.
Botic Van de Zandschulp será recordado por poner fin a la carrera de Nadal con una derrota, una despedida amarga pero que no eclipsa para nada lo hecho por el de Manacor, Mallorca; en París, una estatua del español deja claro su legado en Roland Garros, en donde consiguió 14 de los 22 títulos que ostenta de Grand Slam.
Las lesiones fueron una constante para Rafa, quien jamás claudicó y cumplió, a cabalidad, el sueño de ser uno de los mejores tenistas de la historia, abrazando desde la pasión a su profesión; afortunados aquellos que fuimos testigos de los enfrentamientos ante Roger Federer y Novak Djokovic, los denominados “Big three”.
La complejidad llega de la mano con la costumbre, sí, los amantes del tenis apenas asimilaban el retiro de Federer cuando lo inevitable llegó. Sin duda que los torneos de tenis sin Nadal, sobre todo en la que es denominada su casa Roland Garros, no serán lo mismo, aunque detrás venga Alcaraz, Sinner, Medvedev o incluso alguien mejor, malamente siempre habrá una pequeña comparación.
Por ello se convierten en ídolos o leyendas, en aquellas personas que pasan a la inmortalidad por sus hazañas dentro del deporte, los que serán recordados y a quienes cientos de niños intentarán imitar generación tras generación, su legado suele ir más allá de las canchas y la huella que dejan es imborrable.
El tenis dijo adiós a otro grande, al segundo hombre más ganador de títulos Grand Slam en la historia, dos veces medallista de oro en Juegos Olímpicos, 2008 en individual y 2016 en dobles, 5 veces ganador de la Copa Davis con España y poseedor de 92 títulos ATP.
La resaca post retiro será terrible, ¿qué pasará ahora?, ahora habrá que disfrutar del último miembro del “Big Three”, ahora solo nos quedará Nole.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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