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Por Rosa Covarrubias

Si París 2024 marcó la pauta en la paridad de participantes mujeres y hombres en los Juegos Olímpicos, 50-50, Los Angeles 2028 serán históricos en materia de género.

Para 2028 habrán pasado 132 años de historia del olimpismo moderno. Más de un siglo tendremos que esperar para que las mujeres tengan mayor participación en los Juegos Olímpicos, un hito que, sin duda, seguirá marcando el camino en el deporte mundial.

El comité organizador de la próxima justa veraniega anunció que por primera vez en la historia, de los 10,500 atletas que participarán en el evento, el 50.7% serán mujeres y el 49.3% hombres.

Este cambio no se dio de la noche a la mañana y no es una casualidad, sino una causalidad. Durante más de un siglo las mujeres en el deporte han peleado, primero, por ser vistas; se fueron abriendo paso con talento, a través de la lucha, el coraje y la resiliencia que nos caracteriza, creando espacios para poder practicar alguna disciplina y ganando terreno gracias a que fueron derrumbando mitos y puertas que les impedían acceder a sus sueños.

Por primera vez desde 1996, cuando el futbol femenil apareció en el calendario de los Juegos Olímpicos, serán más equipos de mujeres que de varones en la justa veraniega, a partir del 2028, 16 selecciones buscarán la gloria olímpica, mientras que en la rama varonil se reducirá a 12.

Las mujeres hicieron su aparición en el torneo olímpico de waterpolo en el año 2000, solo eran 6 selecciones, por 12 de hombres, cuatro años después, en Atenas, aumentaron 2 equipos de mujeres. Para Tokyo 2020 se acercaba la paridad, 10 selecciones femeniles compitieron en waterpolo y para el 2028, serán 12 equipos, el mismo número para hombres y mujeres. 

La equidad de género no es sólo una cifra. Implica acceso, visibilidad, recursos y reconocimiento. Implica que las niñas del mundo puedan verse reflejadas en una campeona olímpica y soñar con estar ahí, en la pista, en el tatami, en la cancha. Implica que las federaciones y los comités no sólo permitan, sino impulsen la presencia femenina, no solo para cumplir con una cuota sino por convicción.

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