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Por Rosa Covarrubias

Es un año especial para el deporte entero. 

Fue aquí donde comenzó todo, donde renació  el sueño de tener unos Juegos Olímpicos de la era moderna.  Una ciudad llena de modernidad, glamour y que marcaba el rumbo en el que el mundo debía girar. 

Fue en París, en el anfiteatro de La Sorbona, en donde un “loco” llamado Pierre de Coubertin, en junio de 1894, logró convencer a los congresistas presentes en el Congreso Internacional Atlético,  de restaurar los Juegos Olímpicos como se hiciera en la antigua Grecia. 

Atenas recibió los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna en 1896 y París fue elegida como la sede de los segundos juegos, pero, aquel evento multidisciplinario formó parte de la Exposición Universal de la capital francesa, teniendo un periodo de 5 meses de duración y permitiendo, por primera vez la participación de mujeres en la justa veraniega. 

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.