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Por Rosa Covarrubias

Construir siempre será mejor que destruir. 

Tuvieron que pasar poco menos de 50 años de aquel Mundial femenino celebrado en México en 1971, 46 años para ser exactos, en los que generaciones de mujeres buscaron una oportunidad, un recoveco para ser reconocidas y poder, por fin, jugar al futbol de manera profesional. 

Durante ese periodo, aquellas futbolistas mexicanas vieron cómo el país vecino construía, a través de ligas universitarias y semi profesionales un verdadero imperio de futbol, un deporte en el que tanto Estados Unidos y Canadá han sido potencia gracias a que hace 30-40 años este era practicado en su mayoría por mujeres. 

Era común ver en los países del norte del continente americano escuelas de futbol, en su mayoría,  para niñas, mientras que en México, por obvias razones, si una o tres niñas por mucho jugaban al futbol, eran vistas como bichos raros.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.