Por Rosa Covarrubias
Decenas de miles de mujeres, miles de historias, cientos de causas, decenas de colectivos, una marcha y una lucha en común.
Antes de medio día los colectivos comenzaron a juntarse, bajo un mismo sol, con cerca de 30 grados centígrados en la temperatura, esa misma que, con el paso de la marcha comenzó a elevarse bajo las mismas consignas, "ni una más, ni una asesinada más", "no somos una, ni somos cien, pinche Gobierno cuéntanos bien".
Dentro de los colectivos mujeres de todas las edades, desde los 3, 4 años, hasta de la tercera edad, todas con la misma fuerza y un impulso inquebrantable.
Unos caballos llamaron la atención de la gente durante la marcha, las escaramuzas también alzaron la voz, quieren que su voto sea tomado en cuenta en la Charrería.
Con el paso de la marcha se escuchan las mismas historias, pero con diferentes nombres, algo que hace que la piel se erice una y otra vez, no importa cuántas veces lo escuches.
"No están solos, no están solos" se escucha mientras los padres de Esmeralda cuentan la historia de su hija desaparecida, al final, cada una de las mujeres que se detuvieron y presentaron atención a la narrativa, se funden en un abrazo con los papás de Esmeralda.
Los padres de Saiset Abigail estaban parados sobre Reforma, justo afuera del edificio en dónde, hace dos años, fue asesinada su hija por su pareja sentimental, solo piden justicia.
Mientras continúas avanzando junto a esa marea morada, pones atención a cada una de las pancartas. "Soy la tía de la niña que jamás vas a tocar", “las niñas no se tocan, no se violan", "no fue tu culpa, eras una niña", "somos el grito de las que ya no están".
Casi al frente de uno de los contingentes, una pancarta que decía "tenía 4 años cuando fui abusada sexualmente, no sé cómo lo provoqué… marcho para que no le pase a ninguna otra niña"... esta es la historia de Aide, quién fue abusada sexualmente a esa edad, mientras cursaba el kinder, con recuerdos borrosos de aquellos hechos, pero con las cicatrices a flor de piel "estoy sanando, el primer paso es hablarlo", comenta mientras está parada frente a la Alameda Central, acompañada de su mamá y hermanas.
Justo al llegar al Hemiciclo a Benito Juárez, un contingente que marcha por aquellas mujeres que son más invisibles que el resto, una marcha por la igualdad de oportunidades, todas mayores de edad con una discapacidad intelectual. Mujeres con autismo, retraso mental, problemas de epilepsia, de ausencia, todas, buscando ser escuchadas y luchando por una oportunidad de tener un trabajo digno que les permita vivir dignamente.
Llegar al Zócalo es una misión casi imposible a las 6:30 de la tarde. Detrás, ni un contingente, solo las patrullas que iban abriendo la circulación sobre Reforma y los granaderos, con mujeres en primera fila portando las flores que les fueron obsequiadas por aquellas que marcharon.
Por delante, un camino aún largo por recorrer y no, no me refiero al seguir avanzando hasta llegar al primer cuadro de la Ciudad de México, me refiero al largo camino por recorrer de la mano de todas, todos, todes, Gobierno y sociedad, para que el próximo año, no falte una más.
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