Por Rosanety Barrios
"No hay nada más poderoso que una idea cuyo tiempo ha llegado." Victor Hugo
Con la llegada de la primera presidenta de la República, continuamos viendo otras “primeras veces” que, al menos desde mi punto de vista, traen esperanza y una serie de expectativas sobre las implicaciones del liderazgo femenino.
Un ejemplo muy claro es el nombramiento de la Ing. Emilia Esther Calleja, como la primera directora general de la Comisión Federal de Electricidad, quien tiene una carrera de más de 20 años dentro de dicha institución, habiendo escalado la estructura jerárquica interna con disciplina y constancia.
La primera directora general, con su perfil técnico y carrera interna, representa un cambio sustancial en los nombramientos históricos de la persona a cargo de la empresa eléctrica del estado, ligados siempre a personajes con carrera política. Creo que las cualidades destacadas por la presidenta electa Sheinbaum el día de la presentación, deberían ser muy útiles para la reorientación que a todas luces urge en su modelo de negocios.
Asimismo, la señal de coordinación estrecha con la futura secretaria de energía, Luz Elena González, cierra el círculo de poder de un nuevo frente femenino que encabeza la energía eléctrica en México.
Este nuevo equipo tiene varios retos que resolver, dentro de los cuales destacan los apagones que hemos vivido desde hace tres años todos los veranos y que son consecuencia de la falta de inversión en el sector tanto por parte de la CFE como de la iniciativa privada, la cual está está dispuesta a hacerlo, solo falta que les abran la puerta.
Asimismo, la Ing. Calleja deberá trazar la ruta para que la CFE empiece a perderle el amor a los combustibles fósiles y, bajo una conducción con fines de sustentabilidad, incorpore de forma masiva un montón de energía renovable, equipos de almacenamiento, más transmisión y modernice la distribución.
Quizá el mayor reto de la Ing. Calleja será encontrar la forma en que la CFE pueda empezar a disminuir su muy preocupante tendencia de incremento en los costos de operación, ya que mientras esto no ocurra, seguiremos atorados en un círculo vicioso: por un lado, las tarifas eléctricas no van a bajar para todos aquellos que no gozan del subsidio eléctrico, entre los que destacan los usuarios industriales, y la dependencia de estos subsidios seguirá creciendo, presionando así a las finanzas públicas.
Todos estos retos deberán ser resueltos bajo un contexto de una nueva organización de la economía nacional y la industria eléctrica, aquella definida por las iniciativas de modificación constitucional conocidas como “Plan C”.
Mucho se han comentado ya los riesgos de dicho plan para efectos de la democracia en el país, por lo que, en esta columna, solo me limitaré a señalar los impactos principales esperados para el sector energético mexicano:
1 La reconfiguración del Poder Judicial modifica sustancialmente los mecanismos de protección a las inversiones con las que se desarrolló la infraestructura eléctrica hasta el momento. Estos mecanismos están reflejados actualmente en el TMEC.
2 El rol predominante establecido para la CFE, la obliga a realizar inversiones mayúsculas en un plazo récord. Solo como referencia, repito aquí que la firma Morgan Stanley estima que se necesitan inversiones por 45 mil millones de dólares durante esta administración. Asimismo, al definir una predominancia sobre la IP, el modelo de competencia que dio lugar a la organización institucional vigente desaparece. Conviene mencionar que este modelo también está reflejado en el TMEC. En la próxima entrega explicaré porqué la venta de gas natural representa más daños que beneficios para la CFE bajo el nuevo modelo.
3 Al eliminar la competencia como un mecanismo para alcanzar eficiencias, la presencia de los reguladores sectoriales ya no se justifica, hecho que está claramente reflejado en una de las iniciativas del plan C. Todas sus funciones se integrarán a la Secretaría de Energía, lo que implica, necesariamente, el reforzamiento de los recursos humanos y materiales a cargo de dicha secretaría.
Los cambios que empezaremos a experimentar a partir de septiembre de este año gracias a las decisiones que tome el Congreso, abren muchas más dudas que respuestas sobre la forma en que México podrá satisfacer sus necesidades de energía eléctrica, atraer inversiones y detonar el desarrollo incluyente.
Lo que hoy tenemos clara es la incertidumbre. Será necesario esperar a que el Congreso decida lo que decida, se desarrollen las leyes secundarias y la normatividad correspondiente para que, quien quiera invertir en México, independientemente del gran interés que existe, tenga los elementos necesarios para establecer la relación riesgo/rendimiento que le exigen sus inversionistas.
La alineación presidenta-secretaria de energía-directora general, es realmente poderosa. Solo que tanto ese frente como el resto de los mexicanos necesitamos primero vivir el mes de septiembre de este año, para, con lo que resulte de ahí, definir la ruta hacia adelante para nuestro país.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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