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Por Rosanety Barrios

"El verdadero desafío es cómo avanzar cuando no estamos seguros de la dirección correcta." - Ruth Bader Ginsburg

Tocó el turno de desaparecer a la reforma energética de 2013. Con la publicación del Decreto por el que se reforman el párrafo quinto del artículo 25, los párrafos sexto y séptimo del artículo 27 y el párrafo cuarto del artículo 28 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en materia de áreas y empresas estratégicas, el pasado 31 de octubre quedó sepultado el modelo de competencia en materia energética que sólo estuvo vigente 10 años, si bien operó, tal y como fue concebido, por escasos 4, si consideramos que en 2014 se publicaron las leyes secundarias y que desde diciembre de 2018 inició su desactivación.

Yo soy partidaria de que, como sociedad, esto es, incluyo al gobierno, nos ahorremos la máxima cantidad de adjetivos posibles para abordar cualquier tema que incluya políticas públicas y nos concentremos en los sustantivos.

Con esto en mente, recurro a una parte del discurso que dio la secretaria de Energía, Luz Elena González, en la conferencia matutina del 30 de octubre, a propósito del Decreto mencionado: 

Con esta reforma… se cambia la naturaleza tanto de la Comisión Federal de Electricidad como de Petróleos Mexicanos para devolverles… su carácter como empresas públicas del Estado… se le da prevalencia a estas empresas para que se garantice la continuidad, la seguridad y la accesibilidad de todos los mexicanos a un recurso estratégico.

De manera intencional, eliminé de la cita anterior los adjetivos que acompañaron a la declaración. La verdad, creo que resulta mucho más entendible así, aún y cuando desde el punto de vista político, se crea necesario alimentar las filias y las fobias que provocan la reacción visceral de los votantes.

Vayamos entonces directo a los objetivos de continuidad, seguridad y accesibilidad de la energía para todas las personas en nuestro país.

Me parece que nadie en su sano juicio podría estar en contra de tan nobles y justificados fines. Considero también que, al estar viviendo ya los efectos de la crisis climática, resulta indispensable incluir a la sustentabilidad como objetivo, pero por el momento vamos a quedarnos con los 3 expuestos como los argumentos que permitieron dar al traste con el modelo anterior.

El medio para conseguir estos 3 objetivos será la prevalencia (o preferencia) de las empresas del Estado por encima de los servicios que pudiera brindar la iniciativa privada. Esto deja de lado el análisis económico, porque los electrones de CFE son caros y cualquier cosa que venda Pemex es cara dadas las enormes pérdidas que reporta. Para cumplir con la accesibilidad, sería necesario mantener un nivel creciente de subsidios, lo que es todo un reto para las finanzas públicas.

Vamos ahora a la seguridad. Seguridad energética, de acuerdo con la definición más aceptada de la Agencia Internacional de Energía, es la continuidad de servicios de energía a precios accesibles. Es decir, está íntimamente relacionada con los otros dos objetivos, o más bien, es el resultado de lograr los otros dos objetivos, el de continuidad y el de accesibilidad. No puedo más que celebrar que la seguridad energética sea una prioridad del gobierno. No podemos seguir viviendo con apagones y dependientes de hidrocarburos cuyo precio no controla nadie, como es el caso del gas natural 

Para que todo esto pase, tiene que haber infraestructura que atienda la demanda de energía en el país. Con el Decreto recién publicado, el Estado tomó en sus manos nuevamente la obligación de garantizar su atención. Eso implica que tiene que hacer inversiones muy relevantes y que requiere del capital privado.

La semana siguiente conoceremos el plan eléctrico y esperamos que ahí se revele finalmente la forma en que la IP va a poder participar en el sector. Esperamos también que las reglas que apliquen a esas inversiones y que van a representar la garantía jurídica de su recuperación, sean claras e inmediatamente contenidas en las leyes secundarias, porque ningún plan puede sustituir a una ley.

Será en la segunda semana de noviembre cuando se nos revele la ruta de Pemex hacia ese futuro sustentable, transparente y sin lucro (Constitución dixit), pero sin pérdidas que nos merecemos todos. 

Esperamos que México cuente con un sistema energético seguro, confiable, accesible y, agrego, sustentable. Si es con prevalencia de las empresas del Estado, pues bienvenida la prevalencia, siempre que no ponga en crisis los objetivos definidos por el mismo gobierno. Si los reguladores van ahora a depender de la Secretaría de Energía y con ello vamos a ganar en transparencia y eficiencia, bendita sea la dependencia sectorial. 

Tengo que decir que este modelo energético se parece mucho al del pasado, y que parece difícil que en el pasado estén contenidas las soluciones del futuro, especialmente cuando los problemas son otros, pero, quizá porque es lo último que muere, me declaro dispuesta a abrazar la esperanza.

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