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Por Rosanety Barrios

Entramos a la etapa final del ciclo electoral que llevará a la primera mujer a la presidencia de México. Dentro de los muchos retos que va a enfrentar, está la enorme exposición que nuestro país tiene frente a la crisis climática. Las manifestaciones son evidentes: olas de calor inéditas, la sequía que devora nuestros lagos y ríos y la amenaza de una inflación permanente en el costo de los alimentos, todas ellas con el riesgo de profundizar la ya enorme brecha entre ricos y pobres.

La ciencia lleva décadas advirtiendo sobre estos efectos y en México habíamos trazado una ruta para encararlos. Pero seis años de decisiones ideológicas han dejado ya muy corta dicha ruta, toda vez que ahora tenemos que sumar la quiebra financiera de nuestra empresa petrolera, cuya producción cae sin control al tiempo que su operación está llena de accidentes, derrames y emisiones históricas de gases de efecto invernadero. Su situación es tan crítica, que este mismo gobierno ya nos hizo saber que se requiere de un PemexPROA, es decir, que tendremos que pagar de nuestros impuestos su deuda, al haber perdido tanto dinero en estos cinco años que es imposible que pueda pagar por sí mismo o refinanciarse. 

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.