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Por Rosanety Barrios

Llegó a la bolsa el reporte financiero de las empresas de energía del Estado mexicano a septiembre de 2022. Con ello, se acumulan ya 15 trimestres (45 meses) de resultados bajo el modelo de negocios impuesto por el actual Ejecutivo Federal. Esto es, Pemex puesto a producir petróleo y refinarlo para que haya más gasolina nacional y la CFE dedicada a generar al máximo. En ambos casos, sin importar si las actividades encomendadas les provocan pérdidas, contaminan y de paso violan el TMEC.

Vamos a dejar de lado por el momento, esos “efectos colaterales” y concentrémonos en los números, así como son fríos y objetivos. Veamos Pemex: la producción de petróleo de enero a septiembre de 2022 fue de 1.55 millones de barriles al día, (cifras de la Comisión Nacional de Hidrocarburos), lo que equivale a decir que produce 251 mil barriles diarios menos que lo que produjo en promedio en 2018. Produce menos, pero cuesta más. Considere que, en aportaciones a su patrimonio, los mexicanos ya invertimos más de 28 mil millones de dólares a lo largo de estos 4 años de administración.

No quiero decir que no debamos invertir en Pemex, claro que es relevante para cualquier país tener una fuerte empresa del Estado que participe en la exploración y producción de petróleo y gas, pero esto de vivir atrapados en el círculo vicioso, donde Pemex sigue absorbiendo recursos sin que logre ganar dinero, es un sin sentido.

Aquí le comparto otro dato: En los 45 meses de esta administración, Pemex ha perdido casi 43 mil millones de dólares. Así como lo está leyendo: usted, yo y todos los que pagamos impuestos hemos aportado 28 mil millones de dólares en la petrolera estatal y a cambio, tenemos pérdidas que representan el 153% de lo que invertimos.

Y esto a pesar de que por “protegerla”, no hemos parado, le cuento lo que se ha hecho: 1) ya nadie más obtiene contratos para extraer el petróleo y el gas que duerme en el subsuelo, 2) prácticamente ya no se otorgan permisos para importar gasolina y diésel y tampoco para exportar el crudo y el gas que la iniciativa privada produce dentro del país, 3) tampoco se dan permisos para construir plantas de almacenamiento de gasolina y diésel ni para que haya estaciones de servicio si la marca no es Pemex 4) les bajamos la carga fiscal a niveles inferiores de los que pagan los contratos petroleros privados y 5) nos hemos hecho cargo de pagar los intereses de su deuda por un largo tiempo.

Veamos ahora a la CFE. Esta empresa pierde menos porque es menos grande que Pemex, pero en los 45 meses de esta administración, ya acumuló pérdidas por 7,591 millones de dólares. Y conste que aquí tampoco hemos parado para “ayudarla”. Ya no hay subastas eléctricas, esas que la obligaban a comprar la energía más barata y limpia. Tampoco se otorgan permisos de generación, salvo algunas poco transparentes excepciones. La empresa se ha dado el lujo de olvidarse de las licitaciones y asignó de manera directa 6 plantas de generación a gas natural que ya nos dijeron no estarán listas este sexenio, pero por lo pronto, ya se firmaron los contratos así, en lo oscurito.

También le hemos dado manga ancha para que disponga a su entero gusto de un hidrocarburo que hoy más que nunca resulta fundamental para México. Me refiero al gas natural. En este sentido, luego de perder todos estos años sin aprovechar la enorme oportunidad de comprar gas barato y con ello sustituir gas licuado y combustóleo, solo porque las plantas eléctricas no pueden ser privadas, ahora quieren usar los ductos para exportar un gas que importan, sin que preocupe que México necesita atender una demanda que se ha reprimido ante condiciones económicas restrictivas.

CFE ha sido libre de generar electricidad con las plantas caras y contaminantes que posee, de modificar el contrato colectivo de trabajo para permitir que sus empleados se jubilen en promedio diez años antes que el resto de los mexicanos, de anular la autonomía de su regulador y de controlar a su gusto al operador “independiente” del sistema eléctrico. Se ha permitido detener el desarrollo de las líneas de transmisión y de requerir subsidios que suman en 45 meses más de 14 mil millones de dólares sin que haya posibilidad de disminuirlos.

En resumen, entre pérdidas, subsidios y aportaciones directas al patrimonio, las dos empresas del Estado ya nos deben 92,600 millones de dólares a los mexicanos, o el 22% de todo el PEF 2023. Lo que está claro es que, como lo he venido comentando desde que tuve la dicha de empezar a escribir para Opinión 51, la estrategia adoptada por la presente administración las debilita día con día.

Estos son los resultados de 4 años de búsqueda de la soberanía. Quedan dos más. No podemos esperar un milagro.

@RosanetyBarrios

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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