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Da lo que tienes para que merezcas recibir lo que te falta. San Agustín.

A nadie que siga la evolución de la política pública en México podría sorprenderle si luego de cuatro años de decenas de cambios regulatorios, dos modificaciones legales y un intento de cambio Constitucional, finalmente la oficina de representación comercial de los Estados Unidos de América, es decir, el gobierno de los EUA, presentó una solicitud de consultas para resolver disputas con nuestro país, procedimiento previsto argumentando que la política energética nacional contradice al TMEC.

Al ser un procedimiento Estado-Estado, debe tomarse con mucha seriedad. Los EUA están poniendo en la mesa que no hay negociación en corto que valga, como la anunciada en el viaje a Washington sobre la posibilidad de que 17 empresas de ese país pudieran invertir en México, sino que es indispensable que nuestro gobierno respete al pie de la letra lo formalmente acordado y que se implemente de forma institucional.

Se trata entonces de una confrontación directa con la política energética impuesta por encima de lo que establece la Constitución, misma que reconoce el derecho de la sociedad mexicana a escoger entre suministradores de servicios energéticos, a aquel que mejor satisfaga nuestras necesidades.

Sin embargo, los cambios establecidos por esta administración han conseguido cerrar la puerta a la participación de la iniciativa privada en el sector energía. Se han respetado algunos contratos y permisos otorgados durante la pasada administración, pero actualmente, si alguna empresa mexicana o extranjera quiere producir su propia electricidad o abrir una nueva gasolinera bajo una marca distinta a Pemex, se va a encontrar con que la Comisión Reguladora de Energía no da los permisos y la propia Secretaría de Energía también dejó de otorgar los necesarios para importar combustible.

Es así como hemos regresado a depender, en su mayoría, de las inversiones del Estado mexicano en energía y lo único que tenemos es una refinería que aún no se acaba de construir. No hay ninguna inversión relevante adicional hecha por Pemex o por CFE a lo largo de este sexenio que se encuentre lista para atender la demanda. Quizá hacia final del sexenio veamos incorporarse algunas plantas de generación eléctrica y eventualmente la nueva refinería podría empezar a procesar un crudo que, por cierto, también será insuficiente, pero nada que nos permita tener acceso a un insumo fundamental con costos eficientes y con una baja o nula huella de carbono.

Tenemos por lo tanto en la mesa, un nuevo frente abierto para México, en un momento en el que resulta fundamental aprovechar el Tratado y colocarnos como el socio comercial más importante de los EUA. Me parece que está claro que, para el presidente, la relación de México con EUA es relevante, más allá de las ocurrencias sucedidas durante la conferencia matutina.

¿A dónde nos puede llevar este frente? Desafortunadamente, al establecimiento de aranceles sobre productos mexicanos de exportación, lo que le resta competitividad a nuestra industria y limita los ingresos fiscales del gobierno.

Si el gobierno federal recibe menos ingresos cuando la austeridad ya ha hecho estragos sobre sectores estratégicos, simplemente no se entiende cómo es que podremos terminar esta administración sin adquirir más deuda, lo cual nos obliga a entrar en un círculo vicioso, que seguramente será advertido por las calificadoras de valores, mismas que continuarán modificando a la baja sus expectativas sobre la capacidad de pago del país, es decir, aumenta el riesgo soberano, al cual ya están atados los riesgos de Pemex y de CFE, lo que cierra el círculo vicioso sobre el sector energético.

¿Podríamos esperar una corrección de 180 grados en las decisiones de política energética adoptadas en esta administración? Me parece que no y me parece también era predecible, como lo he venido advirtiendo en este espacio y en todos aquellos en los que tengo el honor de participar, ya que el modelo monopólico estatal ya estaba totalmente agotado en 2012 y como queda claro hoy, ese agotamiento fue resultado de que el mundo cambió y nosotros llegamos tarde al cambio.

Es así como una política pública adoptada por dogma pone en riesgo el futuro del país, nos limita las oportunidades para aprovechar al máximo nuestra relación comercial más importante y además nos condena a vivir en un ambiente cada vez más contaminado.

Si la política energética no va a cambiar, tampoco es probable que cambie el tono adoptado en Palacio Nacional para abordar esta y prácticamente todas las emergencias que vamos viviendo, de forma tal que seguramente esta discusión será abordada como afrenta personal contra el presidente y por lo mismo servirá a como alimento al discurso de odio y polarización en el que estamos atrapados.

No es así, ninguna palabra aquí escrita pretende cuestionar a las personas, sino a las ideas y sus consecuencias sobre varias generaciones de mexicanos. No queda más que volver a la esperanza de que finalmente, llegue la racionalidad a Palacio Nacional.

@RosanetyBarrios

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