Por Rosario Avilés
Esta semana se publicó más información acerca de las incursiones de aviones militares de Estados Unidos, tanto en la frontera con México como en aguas internacionales pero muy cerca de las costas de Baja California. El lunes se reportaron 18 misiones en la franja fronteriza, avistamientos que reportó CNN con información de datos abiertos y opiniones de algunos especialistas en inteligencia militar. El martes, la revista Expansión reportó otras 10 aeronaves también de las fuerzas armadas de EU, pero ya en la zona marítima internacional.
En ambos casos estamos hablando de aeronaves que se utilizan para captar información de inteligencia militar, la cual es obtenida con equipos sofisticados de radiolocalización, análisis del espectro, datos y mapas con tecnologías digitales. Se trata de aviones como el P-8 A Poseidón, de la Marina, especializado en detectar submarinos y que realizó al menos 11 misiones; el U-2, que se ha usado para obtener desde altitudes de más de 60 mil pies mapas de enclaves sospechosos y localización de barcos e infraestructuras y el RC-135 Rivet Join, que apareció el 3 de febrero en el Mar de Cortés.
Por otro lado, unas 10 aeronaves también del Ejército de EU fueron detectadas en las aguas internacionales cercanas a Baja California, entre las cuales figuran los C-130 Hércules de transporte de tropas y cisterna, así como los Boeing KC-135 Stratotanker, que sirven para abastecer de combustible en vuelo a otras aeronaves durante el vuelo, y dos B- K46-A Pegasus. Se reportó, además, un Boeing E-3 Sentry, que es un aparato equipado con una antena que funge como controladora de tránsito aéreo para apoyar el sistema de alerta y control del espacio aéreo en hasta 600 kilómetros, una especie de centro de control itinerante.
Más allá de la sofisticación de estos aparatos y su capacidad de rastreo para “peinar” territorios que usualmente son considerados hostiles a los Estados Unidos, lo que muestran es una advertencia clara de que el nuevo gobierno de Donald Trump va en serio al considerar a los cárteles del narcotráfico establecidos en México como “grupos terroristas” que, en el lenguaje de la política de EU, significa que deben ser identificados, rastreados y monitoreados exhaustivamente, puesto que representan una amenaza contra ese país y por lo tanto son las fuerzas armadas las encargadas de darle seguimiento y no, como usualmente se estilaba, las fuerzas policiales o las agencias especializadas, como la DEA, el FBI y, en su momento, la CIA.
Aunque las incursiones de aeronaves estadounidenses cerca de la frontera, en el mar territorial o aguas internacionales, e incluso en territorio de México, no son inusuales y en ello están de acuerdo los analistas, controladores de tránsito aéreo y militares de ambas naciones, en pasadas administraciones los vuelos solían ser no sólo más discretos sino con aviones menos espectaculares y con frecuencias mensuales.