Por Sandra Romandía
Estaba en la Convención Internacional de Minería 2023 en Acapulco, cerca de las 16 horas se supo que la tormenta tropical se estaba haciendo huracán, sin embargo, el ambiente generalizado era de tranquilidad y de festividad: una convención que sucede cada dos años, un encuentro muy importante para la industria minera.
La inauguración fue a las 19 horas, con bombo y platillo; dentro de los invitados, se encontraba el gobernador de Zacatecas, pero lo raro es que la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, no llegó…
Empezó la lluvia, y cada vez era más la información de que el huracán venía fuerte, sin embargo nadie se preparó bien.
Yo alcancé a entrar al refugio del Hotel Pierre, un salón redondo donde estuvimos entre 12 y 1 am, escuchando ventanas quebrándose, cosas moviéndose, volando; el viento era tan fuerte que dolían los oídos, tronaba todo, retumbaba el cuerpo y la sensación del golpe del viento era muy estruendosa.
Las puertas se iban a abrir por el brío del huracán, así que los refugiados tuvimos que cerrarlas con nuestras fuerzas, unas doce personas por puerta, les amarramos varias sábanas pero nada era suficiente… amenazaban con abrirse y romperse. Era un momento de tensión y sobre todo, muy peligroso.
Todo pasó después de mucho temor, algunos llantos, mucho ruido, mucho estruendo. Al final nadie con lesiones considerables.
Al salir como a las 4 am estaba todo el hotel destrozado… Colchones y sillas deshechas, muchos vidrios en el suelo por los ventanales quebrados, autos abollados y un sinfín de estragos materiales.
Hoy logré salir a las 9 am rumbo al Boulevard Naciones, fue una hora de camino entre inundaciones, ratones nadando y otros ahogados… Miles de palmeras y árboles gigantes derribados que había que brincar, todo tirado bajo el agua de color café que no dejaba ver que había en el camino. El agua a la cintura.
Finalmente salí al boulevard y encontré un Wal-Mart deshecho, una plaza comercial venida abajo, semáforos descompuestos y tiendas destruidas.
Sin ley, sin policías, sin Guardia Nacional… la gente saca cosas de las tiendas.
Decidí volver porque se espera una noche oscura, profunda y llena de incertidumbre, sin saber cuándo volverá la luz, el agua y el internet; no se sabe cuándo nos traerán comida, porque la que hay en el hotel, solo es para unas horas.
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