Por Sandra Romandía
El segundo debate por la jefatura de la Ciudad de México se convirtió en un escenario de confrontaciones, donde los candidatos, lejos de presentar propuestas claras con detalles de presupuesto -por ejemplo- y soluciones concretas, se enfrascaron en una lucha por demostrar quién mentía más, quién atacaba con mayor ferocidad y quién llevaba más evidencias para respaldar sus acusaciones. Un candidato de la oposición más cómodo que el primer debate, una candidata del partido oficial que atacó más que la vez pasada, probable síntoma de nerviosismo por lo cerradas de las encuestas. Un tercero mas insistente en las propuestas. Probablemente un debate más sólido e interesante que le primero a pasar de que prevalecieron las propuestas sin detalles específicos sobre con qué presupuesto o estrategia podrían convertirse en realidad.
Santiago Taboada, representante de los partidos PRI, PAN y PRD, insistió en arremeter directamente contra Clara Brugada, del partido MORENA-PT-Verde, mencionando actos de corrupción, ineficiencia en su gestión y su relación con René Bejarano a quien beneficiaría con contratos en Iztapalapa, algo que el ex alcalde pudo haber aprovechado más ya que ella en ningún momento podría negar que él sigue siendo su operador. Brugada erró al principio al hablar de que en el debate se presentarían "dos modelos de cómo se debe gobernar", haciendo alusión a que el de su contrincante también era correcto, aunque luego apostó por señalar casos concretos contra el panista sobre desvíos y su relación con el “Cártel inmobiliario. Taboada aprovechó este debate para criticar fuertemente la administración actual de Morena en la Ciudad de México, cuestionando la seguridad, el abastecimiento de agua y otros temas clave que, según él, habían sido descuidados por años.