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Por Sara Reynoso

En mis años de terapeuta, he observado dos constantes en cada paciente que llega a mi consultorio (y por supuesto yo me incluyo en la estadística).  1. Todos vivimos con miedo a algo o a alguien, y 2, todos vivimos buscando pertenecer, a algo o a alguien….. Pero eso será otra columna.  Hoy hablemos del miedo, ese que a veces surge absurdo y de la nada, no entendemos de dónde viene, pero se asoma en las entrañas del ser…. Y hay otro tipo de miedo, el que habla fuerte y claro.

Miedo a las alturas, a los perros, a los gatos, al futuro, a lo desconocido, y un buen porcentaje del origen de nuestros miedos tiene que ver con los miedos de nuestros padres, si crecimos en un hogar de “no hagas, no digas no toques, no te subas, tápate, no comas eso”, seguramente traeremos un buen paquete de miedos “instalados” que no son nuestros.

De niña yo crecí con infinidad de miedos, no podía estar en un cuarto oscuro en silencio o sin prender la luz, así que en cuanto fui mamá dije, no le voy a transmitir a mis hijos mis miedos, por lo tanto mis hijos trepaban, se aventaban, si no se querían tapar no se tapaban, y yo era la mamá que los dejaba ser intrépidos mientras yo, respiraba y rezaba para que estuvieran a salvo.   Funcionó, siempre hemos estado a salvo, además los dos son bastante intrépidos, el festejo de 15 de mi hija fue aventarse de un paracaídas, y por supuesto mi hijo de 12 también se aventó.  

Yo por supuesto que no lo hice.   Me quedé abajo rezando y buscando puntitos en el cielo que se asemejaran a mis hijos, pero es la única vez en la vida que he dejado de hacer algo por miedo.  Porque sí, miedosa y media, pero mi lema siempre ha sido: Con miedo pero HAZLO.  Siempre es mejor arrepentirte de lo hecho que de lo no hecho.

Ese día mi pretexto para no aventarme del paracaídas fue: Traigo la responsabilidad de cuidar a muchos niños y ¿qué tal si arriba me desmayo y les arruino el festejo? Porque ¿qué creen? Mi nivel de miedo puede llegar a tal nivel que me desmayo, si señoras y señores, el día de mi boda me desmayé, la primera vez que choqué, me desmayé, cuando entraba a ver a seres queridos a hospitales, me desmayaba.  Y así he ido por la vida 53 años, sobreviviendo a desmayos y miedos.

Y aunque mi nivel de miedo es EXTREMO, mi regla es:  Jamás el miedo me detendrá.  Por lo tanto he hecho infinidad de cosas que la mayoría de las señoras de 50 y tantos no han hecho.  Escalé sola un volcán en erupción en Guatemala, me he quedado a dormir a la intemperie en la selva de Costa Rica a pesar de que en la bienvenida del retiro nos dijeron “Si los pica en la noche un escorpión no se preocupen, estarán inconscientes 24 horas pero después despiertan”.  Me metí con los ojos cerrados en el mar de Bali teniendo miedo a ahogarme porque no se nadar en el mar, y llegado un punto, confíe en Dios y dejé que la corriente me llevara.  Rápidos en ríos, tirolesas, viajes sola, muchas montañas escaladas, cráteres, retiros en la montaña, pero lo que más miedo me ha dado en la vida, ha sido quedarme sola con mis hijos chiquitos de 3 y 6 años después de que me dijeran:  quiero el divorcio, ya no soy feliz a tu lado.  

Pum, agua helada recorrió mi cuerpo.  ¿De qué voy a vivir? ¿Cómo le voy a hacer con estos dos pequeñitos? Recuerdo el miedo petrificando mi cuerpo y mi mente volando a mil escenarios apocalípticos.  Eso fue hace más de 16 años, la libré mucho mejor de lo que cualquiera, incluida yo, pudimos haber pronosticado.  Salí adelante, cambié de profesión por algo que realmente me apasiona, y todo aquello que soñé que un hombre me daría, logré proveérmelo a mi misma y a mis hijos, estamos vivos, plenos y completos.  Una vez más el miedo fue una ilusión que acechó como dragón, pero se desvaneció con el tiempo.

Y te pregunto ¿Cuántas veces el miedo ha acechado en tu vida pareciendo que va a fulminarte? Y justo cuando eliges pasar el círculo de fuego, te das cuenta de que fue una ilusión y estás a salvo.

El miedo tiene dos funciones, alertarnos sobre peligros reales y bloquearnos hasta el punto de dejar de vivir nuestra vida por miedo.  Hoy te digo, jamás dejes de hacer algo por la falsa ilusión del miedo.  Tengo un mantra que repito día y noche, particularmente en casos extremos y es:  Siempre estoy protegida y preservada por la luz, siempre.

Cuando se acerque el dragón del miedo respira profundo, pon la mano derecha en tu corazón y recuérdate a ti misma que estás bien, que estás segura y que todo tiene un motivo.  El miedo es nuestro mecanismo de defensa…Pero una cosa es vivir con miedo y otra ser cobarde, esa sí es una palabra grande.

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