Por Señorita Lechuga
Nadie puede definir con exactitud cuándo es el momento de terminar una relación. Simplemente el cuerpo nos lo comunica.
Eso no significa, claro, que no haya que sostenerlo e incluso defenderlo, siempre que eso sea posible. Pero también hay que dejarlo ir cuando ya nos ha dado todo, cuando ya hemos dado todo. Quizás ese sea nuestro último gran gesto romántico: soltar el amor para que encuentre nuevos caminos al igual que los amantes.
No hay renuncia ni derrota en cortar una relación, más bien todo lo contrario: hay valentía y coraje por lanzarse a lo impredecible, a lo que no se puede controlar, a las aventuras que depara toda vida que merece la pena ser vivida.