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Por Sofía Pérez Gasque

El uso de inteligencia artificial para crear imágenes falsas de desnudos sin consentimiento se ha disparado en el último año. Según datos de Bloomberg, las 100 aplicaciones más populares para generar este tipo de contenido recibieron 23 millones de visitas en abril de 2024, un incremento seis veces mayor a los 3 millones de visitas registradas en el mismo mes del año anterior.

A pesar del rápido crecimiento de esta industria clandestina, el sistema judicial en países como Estados Unidos enfrenta enormes obstáculos para procesar a los responsables. No existe una ley federal clara que prohíba la generación y difusión de deepfakes pornográficos, lo que obliga a fiscales y autoridades a construir casos desde cero.

En un intento por frenar esta práctica, 16 aplicaciones fueron mencionadas en una demanda en California. Sin embargo, solo una de ellas respondió, mientras que las demás simplemente desaparecieron o reaparecieron con otro nombre, eludiendo cualquier responsabilidad legal.

El auge de los deepfakes en la pornografía no consentida representa una amenaza grave para la privacidad, la reputación y la seguridad de millones de personas. Mujeres, celebridades y figuras públicas han sido las principales víctimas de este fenómeno, viéndose expuestas a contenido fabricado que puede dañar irreversiblemente sus vidas personales y profesionales.

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