Por Sofía Guadarrama
Este 28 de junio de conmemora el día internacional del orgullo LGBTTTIQ+, originalmente día del orgullo gay, lo cual mucha gente heterosexual sigue sin comprender, argumentando que también debería existir el día del orgullo heterosexual.
La diferencia es que a las personas heterosexuales jamás se les ha perseguido, reprimido ni estigmatizado por su orientación sexual.
En 1885, en Inglaterra —país que tenía casi cuatrocientos años oprimiendo a los homosexuales— se aprobó la Criminal Law Amendment Act 1885, la cual establecía que cualquier práctica sexual entre varones sería considerada como delito de sodomía. Debido a esta ley, el escritor Oscar Wilde fue a prisión en 1895, por «cometer actos de indecencia grave con personas masculinas».
En España, en 1928 durante el reinado de Alfonso XIII, la homosexualidad estaba clasificada como delito en el Código Penal.
Sin ir tan lejos: en el 2016, la Asamblea Legislativa Plurinacional de Bolivia adoptó la Ley de Identidad de Género, lo cual permitía a las personas trans rectificar acta de nacimiento mediante un procedimiento administrativo simple y rápido. Para infortunio de los bolivianos, en 2011 se llevaron a cabo elecciones judiciales para elegir a los 28 integrantes del Tribunal Supremo de Justicia. Lo mismo que pretenden hacer en México Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum Pardo. En noviembre de 2017, el Tribunal Constitucional de Bolivia, a petición popular, porque el pueblo los había elegido, anuló el artículo 11 que otorgaba a la transidentidad los derechos del sexo rectificado.
A nivel mundial la batalla por los derechos de la comunidad LGBTTTIQ+ ha sido muy costosa y traumática. Es cierto que en muchos países hoy en día se goza de igualdad, aceptación, derecho a servicios médicos, matrimonio legal entre personas del mismo sexo, leyes contra la discriminación y modificación de identidad de género. En Nepal, La India, Pakistán, Bangladesh y Australia tienen identidades reconocidas como el «tercer sexo». En Nueva Zelanda, Alemania, Dinamarca, Malta, Irlanda, Canadá, España, Estados Unidos, Bélgica, Portugal, Luxemburgo, Argentina, Panamá, Uruguay, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Chile se reconoce a las personas transexuales. En México únicamente 13 estados han aprobado la Ley de Identidad de Género: Ciudad de México, Coahuila, Colima, Chihuahua, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Oaxaca, Quintana Roo, San Luis Potosí, Sonora y Tlaxcala.
En países como Canadá, Estados Unidos, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Uruguay, Ecuador y México las personas del mismo sexo pueden contraer matrimonio y/o adoptar niños.
En 67 países del mundo, las personas homosexuales, bisexuales y transexuales sufren de violencia, crímenes de odio o son castigados con cárcel o pena de muerte. En África 32 países aún criminalizan a las personas homosexuales y transexuales. En Uganda, por petición del presidente ugandés, Yoweri Museveni, el Parlamento aprobó una ley que criminaliza a las personas de la comunidad LGTB, y a sus familias. Esto incluye la pena de muerte en determinados casos. Mientras tanto, el Tribunal Supremo de Rusia declaró a la comunidad LGBTTTIQ+ como «una organización extremista».
De acuerdo con la Encuesta Nacional Sobre Discriminación (ENADIS) 2022, sólo el 60% de población en México estaría dispuesta a contratar a una persona homosexual y el 58% a una transexual.
En 2022, a nivel nacional, 46.4% de la población de 18 años y más opinó que en el país los derechos de las personas transexuales, transgénero y travestis se respetan poco.
En 2022, a nivel nacional, 44.1% de la población de 18 años y más opinó que en el país los derechos de las personas gays o lesbianas se respetan poco.
En 2022, a nivel nacional, 33.4% de la población de 18 años y más no estaría dispuesta a rentarle un cuarto de su casa a personas transexuales, transgénero y travestis.
En 2022, a nivel nacional, 29.8.4% de la población de 18 años y más no estaría dispuesta a rentarle un cuarto de su casa a personas gays o lesbianas.
En México, 7 de cada 10 personas LGBTTTIQ+ expresaron haber vivido y sufrido discriminación.
De acuerdo con la encuesta 2024 sobre la salud mental de las juventudes LGBTQ+, el 57% de las personas de entre 13 y 17 años de edad, dentro de la comunidad LGBTTTIQ+ consideraron el suicidio, mientras que el 38% lo intentó (fuente: The Trevor Project).
Solamente después de Brasil, en América Latina, México es el segundo país con más transfeminicidios. Desafortunadamente no existe una estadística real debido a las omisiones de las fiscalías que generalmente documentan homicidios de “hombre vestido de mujer” y no como una mujer transgénero.
En México sólo existe una clínica pública, Clínica Condesa, especializada en la atención para la comunidad trans. Desafortunadamente, desde la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia, en la Clínica Condesa ha habido escasez de tratamientos hormonales por las personas transgénero. Este tipo de tratamientos son extremadamente costosos. Esta escasez empuja a muchas mujeres trans a prostituirse para pagar sus tratamientos en clínicas privadas.
Si bien la autorproclamada cuarta transformación propuso a dos diputadas trans y ha “mostrado” estar a favor de los derechos de la comunidad LGBTTTIQ+, en los hechos ha ejercido una discriminación silenciosa. Durante su campaña, López Obrador prometió la posibilidad de legalizar el matrimonio igualitario a nivel nacional y al final lo dejó en que quizás lo sometería a una consulta popular. Así es: consulta popular, como si los derechos de las personas fueran cuestiones de popularidad.
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha demostrado más de una vez su homofobia y su transfobia. El caso más evidente fue cuando se negó a devolver el saludo a la legisladora Salma Luévano en su visita por Motul, Yucatán. Al día siguiente, durante la mañanera tergiversó la información y dijo: “Le di un beso a un hombre vestido de mujer. Yo beso a los hombres y me besan y el hombre tiene sentimientos”.
Si desde la presidencia se promueve la homofobia y la transfobia, no se puede esperar que sus seguidores piensen y actúen diferente.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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