Por Sofía Guadarrama
En 1848 México perdió el 55% del territorio nacional: California, Nuevo México y Texas, fueron anexados a Estados Unidos y divididos entre lo que hoy es California, Nevada, Utah, la mitad de Colorado, un tramo de Wyoming, un trecho de Kansas y otro pedazo de Oklahoma, Arizona, Nuevo México y Texas.
No hay forma de justificar este robo. No importa si somos de izquierda o de derecha. Pero también hay que aprender a darle la vuelta a la página.
Posteriormente, en plena Revolución Mexicana, Estados Unidos volvió a intervenir en territorio mexicano, el 21 de abril de 1914, no con la intención de expandir su territorio, sino para derrocar a Victoriano Huerta.
El 18 de marzo de 1938 el presidente Lázaro Cárdenas del Río nacionalizó la industria petrolera del país, hoy conocido como la “expropiación petrolera”, de 17 empresas extranjeras, principalmente estadounidenses y británicas, las cuales controlaban el 95% del mercado petrolero en México. Esto generó mucha tensión entre México y Estados Unidos.