Por Sofía Guadarrama Collado

El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene muchos pasatiempos, como mentir, polarizar al país, atacar a periodistas, manipular la información, victimizarse y compararse con los grandes presidentes de México, o por lo menos con los que la historia oficial nos ha señalado cómo los grandes. Y sí, de alguna forma sí se parecen…

Algunos de ellos habitaron en el Palacio Nacional. Otros se aferraron al poder, como Antonio López de Santa Anna, Benito Juárez, Porfirio Díaz, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y Luis Echeverría. Ninguno de ellos vivió bajo la famosa austeridad republicana. Benito Juárez ganaba 30 mil pesos al año, equivalente a 12 millones setecientos mil pesos de hoy.  

Porfirio Díaz, como López Obrador establecieron sus propios medios de comunicación, reprimieron a periodistas y pusieron a su gente en el Congreso y en la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Pero a AMLO no le gusta que lo comparen con el dictador. Ni se atrevan. Él no es un dictador (aún).

A Andrés Manuel López Obrador le gusta que lo comparen con Francisco I. Madero. Lo imita. Y le ha salido bastante bien. Se ha mostrado como el nuevo apóstol de la democracia. ¡Bah! Él no quiere ser apóstol; él quiere ser el santo papa, el único que puede solucionar los problemas nacionales; y en el camino ha erigido una catedral para que le rindan culto. Fomenta la veneración y lealtad ciega a través de todos los medios de comunicación, como jamás se había visto en México. 

Madero y López utilizaron delincuentes para llegar al poder. Doroteo Arango, alias Pancho Villa, era un bandolero, un asesino que mató a más de 1500 personas directa e indirectamente. Pancho Villa liberó de la cárcel a decenas de criminales para llenar las filas de los revolucionarios, los mismos que secuestraron y violaron a miles de mujeres. 

Los dos crearon partidos políticos que atiborraron de políticos de los gobiernos anteriores. El de Madero fue el Partido Antirreeleccionista, que después cambió por Partido Constitucional Progresista.

López y Madero llegaron al poder con promesas banales, muchísima popularidad, el dominio total de los recursos económicos de sus partidos, y el poder para imponer candidaturas, pero sin capacidades para solucionar los verdaderos problemas del país. 

A ninguno de los dos les interesó la ciencia, la literatura, la política como un bien nacional ni la democracia. Madero impuso a los gobernadores de Aguascalientes, Colima, Morelos, Oaxaca, Puebla, Sinaloa y Yucatán. López impuso a todos los gobernadores que ganaron por el PRD y MORENA desde que era jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Ambos encabezaron los peores gobiernos de sus tiempos y polarizaron al país. No combatieron la corrupción. Malversaron el dinero del erario. Fueron sumamente incompetentes en la función pública. No brindaron seguridad a los inversionistas ni llevaron a cabo verdaderas reformas sociales. Por el contrario, generaron más violencia y dejaron el país en llamas. 

Cuando los partidos de oposición ganaron elecciones intermedias, Madero se negó a reconocer la derrota y acusó de “fraude patriótico”. Los acusaban de ser “los mismos que trajeron a Maximiliano”, un equivalente a decir hoy en día que son prianistas o neoliberales.

Y por supuesto no pudieron evitar el nepotismo:

Benito Juárez otorgó cargos públicos a su hijo y a sus yernos: su hijo Benito Juárez Maza fue gobernador de Oaxaca, embajador en Roma, Washington, Berlín y París; diputado y miembro del Partido Democrático. A su hijo Tereso Juárez Ortiz lo nombró comandante de Batallón en la Guerra de Reforma. A su yerno, Pedro Santacilia Palacios lo nombró secretario particular y diputado. Su otro yerno, Delfín Sánchez Ramos se convirtió en uno de los hombres más ricos de México, compró ingenios azucareros, concesiones de ferrocarriles y magnas extensiones de terreno.

Porfirio Díaz nombró Secretario de Gobernación a su suegro, Manuel Romero Rubio, quien además fue líder de los Científicos (políticos, intelectuales y empresarios que aconsejaban a Porfirio Díaz). A su hijo, Porfirio Díaz Ortega, lo puso en el Estado Mayor Presidencial y luego lo nombró teniente coronel. A su sobrino, Félix Díaz Prieto, lo colocó en el Estado Mayor Presidencial y lo nombró diputado, cónsul de México en Chile, jefe de la policía en la Ciudad de México, gobernador de Oaxaca y General Brigadier. Y al tío de su esposa, (Carmen Romero Rubio), Justino Fernández Mondoño lo nombró director de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, ministro de Justicia e Instrucción Pública y consejero del presidente.

Francisco I. Madero les dio diputaciones federales a sus hermanos Gustavo y Alfonso y a su primo Adrián Aguirre Benavides. A su primo Jesús L. Aguilar le dio una curul como diputado federal, luego lo nombró gobernador de Yucatán y finalmente magistrado de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. A su hermano Emilio Madero lo nombró jefe de las Armas en Torreón. A su tío Ernesto Madero lo nombró Secretario de Hacienda. A su tío político Jaime Gurza le dio la Secretaría de Comunicaciones. A su primo Rafael L. Hernández, la Secretaría de Fomento y después la de Gobernación. A su suegro, Bibiano Villarreal, lo hizo gobernador de Nuevo León. A su tío político, Leandro Aguilar, le dio la Administración del Timbre en México. A su tío Rafael Aguirre la Administración del Timbre en Puebla.

No nos podía faltar el padre de «El orgullo de mi nepotismo». Apenas asumió la presidencia, José López Portillo le dio el cargo de subsecretaria, en la Secretaría de Programación y Presupuesto, nada más y nada menos que a su amante, Rosa Luz Alegría. A su hijo José Ramón (a quien llamó «El orgullo de mi nepotismo») también le dio un puesto de funcionario en la misma secretaría. A su hermana Alicia la nombró secretaria auxiliar de la presidencia de la República. A su primo Guillermo le dio la Dirección Nacional del Deporte. Nombró a su hermana Margarita directora de Radio, Televisión y Cinematografía de la Secretaría de Gobernación. Asimismo, estaba a cargo del canal 13, IMEVISIÓN, que Echeverría le había quitado a Corporación Mexicana de Radio y Televisión S.A. de C.V, propiedad del empresario Francisco Aguirre Jiménez (fundador de Grupo Radio Centro).

El presidente López Obrador les entregó a sus dos hijos el partido MORENA. Sí. Tal cual. Andrés Manuel y Gonzalo López Beltrán viajaron por toda la República para coordinar el partido y administrar los presupuestos estatales. José Eduardo Beltrán, hermano de la difunta esposa del presidente López Obrador, fue nombrado consejero de Pemex. Los primos de Andrés y Gonzalo López Beltrán, Osterlen Salazar Beltrán y Pedro Salazar Beltrán fueron beneficiados con contratos multimillonarios en los gobiernos estatales de Morena, en Petróleos Mexicanos, en el Seguro Social, en la refinería de Dos Bocas y en el Tren Maya. Felipa Obrador recibió contratos con el ISSSTE y PEMEX. Pío López Obrador y Martín Jesús López Obrador fueron evidenciados recibiendo sobres de dinero y se sabe que siempre estuvieron trabajando en MORENA, pero sin aparecer en la nómina. José Ramiro López Obrador será el próximo Secretario de Gobierno de Tabasco.

Las familias más beneficiadas en este gobierno son: los Gómez Álvarez, los Bartlett, los Batres Guadarrama, los Monreal, los Alcalde Luján, los Taddei Zavala y Taddei Arriola, los Godoy Ramos, los López Hernández, los Encinas, los Sánchez Cordero, los Akerman Sandoval, los Romero Oropeza, los Mier Velasco, Concheiro Bórquez, los Esquer Camacho, los Delgado Carrillo, los Bejarano Padierna, los Salgado Pineda y por supuesto, la familia Sheinbaum.

A los amigos también les fue requetebién. Sólo por nombrar a algunos: Yazmín Esquivel, esposa de su contratista favorito, José María Riobóo, recibió el magnífico nombramiento de ministra de la SCJN. Romero Ruiz Armenta, esposo de Layda Sansores, fue designado embajador de México en Guatemala. Antonio Martínez Dagnino, sólo por ser amigo de Gonzalo Alfonso López Beltrán, hijo de López Obrador, fue nombrado directivo del SAT. 

Pero lo más aterrador de esta historia es lo que ya se rumora en casi todos los medios de comunicación objetivos, que Andrés Manuel López Beltrán ya se perfila para ser el candidato presidencial en 2030. Abróchense sus cinturones.  

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@SofiaGuadarramaC

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