Por Sofía Guadarrama
En 1882 se iniciaron en Tampico los primeros trabajos de exploración. En 1900 se llevaron a cabo las primeras perforaciones de pozos. En 1901 el gobierno mexicano creó las leyes que permitieron a empresas extranjeras hacer exploraciones de petróleo. En 1908 se construyó la primera refinería en Minatitlán. Ese mismo año en Dos Bocas, Veracruz, el pozo que podría haber sido el más importante de México se incendió. Se consumieron en las llamas cien mil barriles de petróleo por día, durante dos meses, hasta que el fuego se extinguió.
En 1910, cerca de Tuxpan, Veracruz brotó del pozo un chorro de petróleo que los trabajadores no pudieron controlar por cuatro meses, desperdiciando alrededor de dos millones de barriles. En 1912 el gobierno decretó un impuesto de 20 centavos por tonelada métrica de petróleo. Aumentó este impuesto en 1914 a 75 centavos más otro impuesto de 10 centavos. En 1915 había en México 52 compañías petroleras. Estas empresas no sólo invirtieron en refinerías, también en la creación de la mayor parte de las vías férreas que actualmente existen, las cuales también fueron expropiadas por Lázaro Cárdenas.
En 1916, en Tampico brotó un chorro de petróleo de 180 metros de altura, destruyendo la torre de perforación. Fue en su momento, el pozo de mayor producción del mundo. México se volvió famoso por su petróleo y los inversionistas llegaron de todas partes del mundo; tanto así que para 1916 había 400 petroleras en México. Muchas fracasaron por falta de infraestructura, inversión y otros motivos.
El primer intento de expropiación del petróleo sucedió en el gobierno de Victoriano Huerta, quien no tenía buenas relaciones con el presidente de los Estados Unidos, Woodrow Wilson. En el Artículo 27 de la Constitución de 1917 se declaró propiedad del Estado el subsuelo de la Nación y todos los productos que de él derivan. Pero faltaron muchas clausulas. Por lo tanto, en 1918 Carranza publicó cinco decretos más, en los que exigía cuentas claras a las compañías petroleras, pero éstas se hicieron de oídos sordos.
En 1925 Plutarco Elías Calles decretó una ley que obligaba a las empresas a solicitar la confirmación de los derechos al subsuelo adquiridos antes de la Constitución de 1917. En 1935 Lázaro Cárdenas creó el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana. En otras palabras, un batallón electoral. En 1937 el sindicato se fue a huelga y la economía se paralizó por veinte días. El presidente tuvo que intervenir para que los obreros volvieran a trabajar. Las 15 petroleras existentes fueron obligadas a satisfacer las demandas de los trabajadores.
Las compañías británicas y holandesas anunciaron una campaña internacional en la prensa contra el gobierno mexicano y retiraron sus fondos de los bancos mexicanos. En venganza, Lázaro Cárdenas decretó la expropiación a los bienes de las compañías petroleras, y utilizó estas palabras: “por su actitud rebelde”. Las empresas británicas y holandesas poseían el 70.5 % y las estadounidenses un 29.5 %.
Ahora bien, esta expropiación fue respaldada por el gobierno de Estados Unidos para eliminar de la competencia a las empresas británicas y holandesas, aplicando la Doctrina Monroe: “América para los americanos”. Antes de la expropiación México era el principal competidor de Estados Unidos en el mercado internacional de petróleo; después se incrementó la dependencia de México de productos petroleros norteamericanos.
Tras la expropiación llegó la indemnización y el gobierno mexicano adoptó una deuda millonaria, justo cuando menos podía pagarla. Se terminó de pagar a estas empresas en 1962, sin embargo, las y los mexicanos siguieron pagando esto décadas más tarde.
Entonces, el 7 de junio 1938 se fundó Petróleos Mexicanos (PEMEX), sin fuerza laboral, pues los administradores, técnicos y empleados eficientes se fueron del país, siguiendo a las empresas con las que habían trabajado. Se quedaron los líderes sindicales y los empleados incompetentes y los que no eran se hicieron de acuerdo al nuevo sistema sindical mexicano. Entró gente irresponsable, corrupta y altanera. Y lo peor de todo: los nuevos dirigentes adoptaron la actitud de un junior que hereda las empresas de papá. Se distribuyeron plazas con gran nepotismo, aumentando de forma innecesaria el número de trabajadores en un 25% en los primeros dos años y 50% veinte años después. Pero se redujo la producción de 64 millones de barriles en 1927 a 57 millones en 1947.
Con la expropiación petrolera y el nacimiento de PEMEX llegó la corrupción de funcionarios, la venta de plazas, malversación de fondos, el robo de materiales y gasolina, inventarios excesivos, subsidios del gobierno, la quiebra y la deuda pública. Se han dilapidado y saqueado los recursos petroleros. PEMEX ha sido propiedad privada de sus dirigentes desde su creación.
Lázaro Cárdenas no fue quien declaró el subsuelo de la Nación y todos los productos que de él derivan propiedad del Estado, sino la Constitución de 1917. Él expropió los bienes de las empresas petroleras. Y no fue por todas las medallas que le han colgado sino porque se enojó con las empresas petroleras porque sacaron su dinero del país. Las empresas británicas y holandesas poseían el 70.5 % y las estadounidenses un 29.5 %.
La nueva empresa paraestatal, bautizada como PEMEX, podía seguir asociándose con empresas privadas para explorar y refinar petróleo. Justamente lo que se está discutiendo ahora en las reformas.
La gallina de los huevos de oro estaba en su mejor momento, así que los líderes sindicales, políticos e inversionistas nacionales, durante el gobierno de Adolfo Ruiz Cortines, promovieron la prohibición a las empresas privadas. Digamos que aplicaron la Doctrina Monroy: “México para los mexicanos.”
¿Qué ocurrió después? Se crearon varias empresas mexicanas que cobraban tres veces más que las empresas extranjeras, otras que ni existían, pero aparecían en la nómina y de la noche a la mañana se volvieron multimillonarias. Eso sí, al final del sexenio desaparecían.
En 1976 el gobierno pidió a PEMEX que redujera el número de empleados, ya que eran muchos. Entonces el sindicato intentó despedir a algunos y estos hicieron público por primera vez el número de empleados inexistentes, «aviadores», que cobraban su sueldo cada mes. Como consecuencia, no hubo despidos.
En 2013, el presidente Enrique Peña Nieto promovió la reforma energética, la cual abrió el sector energético de México a la inversión privada (exploración y extracción de hidrocarburos, así como en la generación y distribución de electricidad con tecnología avanzada), para mejorar la eficiencia y competitividad del sector energético, reducir los costos de energía, modernizar la infraestructura energética y aumentar la producción de petróleo y gas del país.
La semana pasada, la Cámara de Diputados avaló en lo general y en lo particular la reforma a los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución en materia de áreas y empresas estratégicas constitucional, cuyas leyes secundarias habían sido derogadas por la SCJN por ser institucionales.
Dicha reforma devuelve el estatus de “empresas públicas del Estado” a Pemex y a la CFE y puntualiza que “en ningún caso las empresas privadas prevalecerán sobre la estatal en diversas actividades de la industria eléctrica”. De esta manera, CFE y Pemex volverían a ser consideradas “empresas públicas del Estado” y no “empresas productivas”. En consecuencia, las “empresas públicas del Estado” y las privadas no competirán en las mismas condiciones, sino que las públicas tendrán preponderancia en su sector.
De igual forma, la bancada de MORENA aceptó a trámite una reserva para eliminar un párrafo al artículo 27, en el cual se establecía la obligación del Estado a generar energías limpias:
“El Estado queda a cargo de la transición energética y utilizará de manera sustentable todas las fuentes de energía de las que dispone la nación, con el fin de reducir las emisiones de gases y componentes de reducir las emisiones de gases y componentes de efecto invernadero, para lo que establecerá las políticas científicas, tecnológicas, e industriales necesarias para la transición energética y otros impactos ambientales”.
Asimismo, la reserva modifica el artículo 28 en el cual se elimina una línea que establece que “la planeación y el control del sistema energético nacional tiene como objetivo asegurar el servicio de la electricidad en toda su cadena de valor y preservar la seguridad y autosuficiencia energética de la nación. [Y que] la comunicación vía satélite y de ferrocarriles, “tanto de transporte de pasajeros como de carga, serán áreas prioritarias para el desarrollo nacional. [Y finaliza que…] el Estado podrá otorgar asignaciones”.
Con esto se incumplen los Acuerdos de París, las promesas de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien en su toma de protesta prometió usar y aumentar el uso de energías limpias y regresamos al cardenismo. O visto desde otra manera, estamos migrando al socialismo castrista.
Víctor Rodríguez Padilla, designado director de PEMEX en el gobierno de Claudia Sheinbaum, asegura que PEMEX no está en quiebra, que sigue generando ganancias. La realidad es que PEMEX jamás ha funcionado como debería y los gobiernos nos han heredado a todas y todos los mexicanos una deuda multimillonaria de 113,200 millones de dólares.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
Comments ()