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Por Sofía Guadarrama Collado

Sí. La persona que ocupa la silla presidencial en México es mujer. 

¡Es mujer! 

Más allá de las dudas que tengamos, la desconfianza que podamos sentir y el partido que representa Claudia Sheinbaum, no puedo evitar sentir optimismo. No existen razones por las cuales una mujer no pueda gobernar el país de manera efectiva. Las capacidades son independientes del género. El liderazgo, por supuesto, depende de la experiencia, la preparación y la visión (de su corriente política). Pero eso ya es otro cuento.

Hace 102 años, en noviembre de 1922, Rosa Torre se convirtió en la primera mujer en México en ocupar un cargo de elección popular al ser elegida regidora de Mérida, en una época en que la mujer no tenía derecho al voto. En su carrera promovió la educación, la educación sexual, el empleo igualitario y la igualdad intelectual.

En 1923, la feminista, política y sufragista mexicana, Elvia Carrillo Puerto se convirtió en la primera mujer en ser elegida diputada del Congreso del Estado de Yucatán. Elvia fue un hito en la lucha por los derechos políticos de las mujeres en México.

En 1923, presentó en el Congreso Panamericano de Mujeres en la Ciudad de México, la propuesta de “amor libre”, con lo cual promovía los derechos de las mujeres sobre sus cuerpos y el número de hijos que quisieran tener.

Fue hasta el 3 de julio de 1955, que las mujeres de aquella época en México pudieron votar por primera vez en las elecciones federales.

Rosa Torre, Elvia Carrillo Puerto y muchas más abrieron la brecha para que Griselda Álvarez Ponce de León se convirtiera en la primera mujer gobernadora, en el estado de Colima, de 1979 a 1985; Beatriz Paredes Rangel en la segunda mujer en ocupar una gubernatura en México, en el estado de Tlaxcala, de 1999 a 2004; y a Amalia García, la tercera, en Zacatecas, de 2004 a 2010.

A ellas les siguieron Ivonne Ortega (Yucatán, 2007-2012); Claudia Pavlovich (Sonora, 2015-2021) y Claudia Sheinbaum (Ciudad de México, 2018-2023). 

En junio de 2019, las y los diputados y senadores votaron a favor de que se incluyera en la Constitución el principio de paridad, el cual obliga a los partidos políticos a postular el mismo número de candidaturas de hombres y mujeres para los Congresos.

Y gracias a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), en 2019, se avaló la paridad en todos los cargos, no sólo legislativos. 

Ergo, el número de gobernadoras se multiplicó a partir del 2021: Layda Sansores (Campeche, 2021-presente); Marina del Pilar Ávila (Baja California, 2021-presente); Indira Vizcaíno (Colima, 2021-presente); Evelyn Salgado (Guerrero, 2021-presente); Mara Lezama (Quintana Roo, 2022-presente); María Eugenia Campos (Chihuahua, 2021-presente); Lorena Cuéllar (Tlaxcala, 2021-presente); Tere Jiménez (Aguascalientes, 2022-presente); Delfina Gómez (Estado de México, 2023-presente); Clara Brugada (Ciudad de México 2024-presente); Margarita González (Morelos, 2024-presente) y Rocío Nahle (Veracruz, 2024-presente).

Con esto se desecharon muchos prejuicios, ideas discriminatorias y estereotipos de género que estuvieron por siglos en la mente de las y los mexicanos como una gran muralla reflejando una falsa realidad.

La igualdad de género es cada día más visible y tangible, pero no es suficiente. Falta mucho por hacer para que tengamos una sociedad más justa e inclusiva. 

Sí, lo sé, el hecho de que sea mujer no garantiza que la actual presidenta y las actuales gobernadoras, senadoras y diputadas vayan a ser honestas o eficaces. Elba Esther Gordillo, como lideresa del SNTE, le quedó a deber mucho a las y los niños de México. 

Por eso mismo —en un país en el cual las cuadrillas de misóginos esperan que fracasen por el simple hecho de ser mujeres para después reprocharles— la presidenta Claudia Sheinbaum y todas las mujeres que hoy ostentan cargos públicos de elección tienen que demostrar que pueden dar más y mejores resultados que sus antecesores del género masculino. Lo peor de todo es que la vara no está tan alta. 

Claudia Sheinbaum no sólo tiene la carga de la presidencia, sino el ejemplo que nos dejará a las mujeres mexicanas. Millones de niñas y adolescentes hoy tienen en Claudia Sheinbaum a un modelo a seguir. Sin importar clases sociales, etnia o color de piel, las niñas y adolescentes de México saben que un día podrían ser gobernadoras, diputadas o presidentas sin que nadie se ría de ellas, como seguramente les sucedió a cientos o miles de niñas en las décadas pasadas.  

Tener una mujer en la presidencia, indudablemente, será de inspiración para futuras generaciones, amplificará la igualdad de género, la equidad salarial, el empoderamiento femenino; romperá con los tradicionales estereotipos de género; creará más políticas inclusivas y equitativas; mejorará el enfoque en temas sociales, como la educación, la maternidad, el derecho al aborto, la salud, la libertad sexual y el amor libre; reducirá la violencia de género (si se impulsan correctamente políticas para combatir la violencia de género). Puede generar mayor empatía, reducción de corrupción, fomento a la paz, apoyo a la familia, innovación en políticas públicas, mayor participación ciudadana y más justicia social. Espero.

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@SofiaGuadarramaC

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