Por Sofía Guadarrama Collado
Desde hace algún tiempo es sabido que el crimen organizado es el quinto empleador más grande de México. Si bien, los sueldos son desconocidos, es más que obvio que son mucho mayores a los que generalmente se manejan en las empresas comunes.
La novedad es que The New York Times publicó una investigación que devela que el Cártel de Sinaloa está reclutando como cocineros para sus laboratorios de fentanilo, a estudiantes universitarios especializados en química.
«Para identificar a los posibles candidatos, el cártel hace una ronda de contactos con amigos, conocidos y colegas, y luego habla con las familias de los objetivos, con sus amigos, incluso con la gente con la que juegan al fútbol, todo ello para saber si estarían dispuestos a hacer este tipo de trabajo. Si el reclutador encuentra a alguien especialmente prometedor, puede ofrecerle cubrir el costo de la matrícula», explicó uno de los reclutadores a The New York Times.
De acuerdo con este reportaje «los cárteles también tienen un objetivo más ambicioso: sintetizar los compuestos químicos conocidos como precursores, que son esenciales para fabricar fentanilo, lo que los liberaría de tener que importar esos materiales de China».
Asimismo, Paulina Villegas, autora del reportaje, agregó que sus fuentes son nueve miembros del Cártel de Sinaloa, de la organización de distintos niveles, «empezando por estudiantes, también reclutadores, que confirmaron, que nos dieron con mucho detalle, cómo se lleva este proceso de reclutamiento».
La nota, como era de esperarse, encendió las alertas en México y Estados Unidos. Al día siguiente, en la conferencia mañanera se le cuestionó sobre el tema a la presidenta Claudia Sheinbaum y, como también era de esperarse, ella minimizó la nota:
«Hay una serie que ocurre en Nuevo México, en Estados Unidos. Recibió muchos premios. Es un químico. Hace apología a esto. Vi algunos capítulos. No la vi completa, pero a lo mejor de ahí lo sacaron porque no tenemos información, en todo caso a los y las estudiantes de química no se metan en eso».
Lo dijo como si no fuera posible o cómo si se tratara de una fantasía. Sin embargo, muchas historias de gánsteres y narcotraficantes han sido inspiradas en casos reales, como: The Godfather (El Padrino), basada en la novela de Mario Puzo, inspirada en la vida de Vito Corleone y la mafia italiana en Estados Unidos. Scarface, inspirada en la vida de Al Capone. Casino, basada en la vida de Frank “Lefty” Rosenthal y la mafia en Las Vegas. Bonnie y Clyde, basada en las vidas de los criminales Bonnie Parker y Clyde Barrow. Boardwalk Empire, inspirada en la vida de Enoch L. Johnson, un político y gánster durante la Ley Seca en Atlantic City. Narcos, inspirada en Pablo Escobar y el Cartel de Medellín y The Irishman, inspirada en las vidas de Frank Sheeran, Jimmy Hoffa y Russell Bufalino.
La serie creada por Vince Gilligan y protagonizada por Bryan Cranston, no es la excepción. Su productor sí se basó en un caso real. De acuerdo con el Daily Mail sí existió un profesor de química llamado Walter White en Oklahoma que se dedicó a producir y comercializar metanfetamina de 1988 a 2008, cuando fue arrestado.
Lo más desafortunado de esto es, uno, los alcances que está teniendo el crimen organizado en México; y dos, la capacidad inaudita del gobierno de México por hacer como que no pasa nada o de negar la realidad por siempre, muy a pesar de que Paulina Villegas —reportera de The New York Times—, confirmó en entrevista con Azucena Uresti que la información sobre el reclutamiento de estudiantes de química con el narco la obtuvo en un informe publicado por la SEDENA y miembros del Cártel de Sinaloa.
La presidenta Claudia Sheinbaum lo negará hasta el día en que el gobierno de Donald Trump haga públicos los nombres de los cocineros de fentanilo en México y entonces, sólo entonces, a ella no le quedará otra más que tragar sapos.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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