Por Sofía Guadarrama Collad
Marco Rubio, nacido en 1971, en Miami, Florida, de ascendencia cubana será el primer hispano en ostentar el puesto de Secretario de Estado de los Estados Unidos.
Como miembro del Partido Republicano, a lo largo de su carrera política, ha sido senador por el estado de Florida desde 2010 y precandidato del Partido Republicano para las elecciones presidenciales de 2016, en las cuales contendió, nada más y nada menos que contra Donald Trump a quien llamó «estafador» al criticarlo por sus múltiples quiebras empresariales y de aprovecharse de la crisis financiera de 2008; asimismo, lo acusó de aprovecharse de los trabajadores; también, se burló de la apariencia física de Trump: su bronceado artificial y el tamaño de sus manos y agregó que “si no hubiera heredado 200 millones de dólares, estaría vendiendo relojes en Manhattan”. La paradoja es que se burló de sus propuestas en política exterior y su idea de construir un muro a lo largo de la frontera con México.
Pero en política nada es en serio mientras sea público y Donald Trump lo sabe y por eso mismo, dentro de tres días lo nombrará Secretario de Estado del país más poderoso del planeta.
Rubio se ha mostrado muy estricto en la seguridad nacional, la inmigración y la política exterior, especialmente contra Nicolás Maduro de Venezuela, Miguel Díaz-Canel de Cuba, Daniel Ortega de Nicaragua, el kirchnerismo en Argentina y López Obrador en México.
El pasado 15 de enero, en su audiencia de confirmación ante el Comité de Relaciones exteriores del Senado, Rubio insistió en la importancia de la soberanía nacional y la necesidad de enfrentar los desafíos globales, como lo que él llamó “la agresión de China” «que ha mentido, engañado, hackeado y robado»; y la guerra en Ucrania, la cual, cree que debería terminar con un acuerdo entre Rusia y Ucrania, en el que el segundo renuncie al territorio que Rusia ha usurpado en la última década.
También expresó su interés en enfrentar a los cárteles mexicanos, los cuales describió como una amenaza para Estados Unidos, pues “tienen control operacional de enormes territorios en la frontera de México con Estados Unidos”, y enfatizó en la posibilidad de designarlos como organizaciones terroristas y que “una acción militar” para combatirlos es “una opción sobre la mesa”, aunque agregó que “no es la preferida del Departamento de Estado”, y que la decisión final estará en manos del presidente Trump.
Nombrar a Marco Rubio como Secretario de Estado es una de las mejores decisiones de Donald Trump, pues Rubio —a diferencia de otros, como Peter Brian Hegseth, un presentador de televisión y futuro Secretario de Defensa de los Estados Unidos— no es un improvisado, tiene amplia experiencia en asuntos internacionales, como miembro del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, donde trabajó durante 14 años.
Para fortuna de la ciudadanía mexicana, Marco Rubio —y no precisamente Donald Trump— podría ser la mayor amenaza para el gobierno de Claudia Sheinbaum y AMLO, quienes desmantelaron la incipiente democracia en México. Antony Blinken no ha brillado por su interés en los asuntos latinoamericanos y tampoco lo han hecho los anteriores. Marco Rubio tiene un interés personal. Es hispano, de origen cubano e hijo de inmigrantes. En la infancia vivió y sufrió de lejos la llegada del castrismo y vio cómo la isla se fue deteriorando. Conoce perfectamente los problemas de América Latina. Lo que menos quiere es ver cómo el Foro de Sao Paulo destruye la democracia de Latinoamérica.
Su origen será nuestro mayor beneficio en su enfoque en la política latinoamericana. Aunque es republicano, Rubio es un político sabio, capaz de negociar y trabajar con demócratas en temas de suma importancia.
Tal vez dinamite las relaciones con Venezuela, Cuba, Nicaragua y México. En el mejor de los casos, quizá pueda obligar a Claudia Sheinbaum a perseguir en serio al crimen organizado y a cambiar muchas de sus políticas socialistas que tanto daño le están haciendo a nuestro país.
*Sofía Guadarrama Collado, autora prolífica y estudiosa de la historia de México desde hace 24 años. Su excepcional instinto narrativo, así como su conspicua percepción del mundo, la han situado como una de las escritoras mexicanas de mayor venta a nivel nacional.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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