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Por Sofía Guadarrama Collado

En cinco días, Donald Trump tomará posesión como presidente de los Estados Unidos por segunda ocasión, pero ésta será diferente. Trump no es el mismo que perdió en 2020. No es ni de cerca el ignorante que se hizo bolas con la pandemia del coronavirus. Tuvo cuatro años para lamerse las heridas, para surgir de sus cenizas, como el Ave Fénix y peor aún, para radicalizarse.

Para infortunio de la ciudadanía mundial, en la geopolítica del mundo ya no caben los tibios. Sí, la palabra suena horrenda pero no lo es. Es peor ser de ultraderecha o de izquierda radical, pero la mayoría de los votantes parecen no entenderlo. Es decir: ya no quieren medias tintas, desafortunadamente. Muchos electores quieren soluciones fáciles y promesas magnánimas. No les interesa ir a lo complejo ni estudiar la realidad. Buscan lo bueno, lo bonito y lo barato. “O te adoro o te detesto”.

Joe Biden fue un presidente tibio, que, si lo analizamos como función de gobierno, es bueno, aunque a veces parezca malo. Joe Biden fue un hombre de resultados. Un ejecutivo de escritorio. Nunca fue un populista. Y sólo por esa razón, su popularidad se deterioró. 

Cuarenta años atrás, Biden habría sido visto de diferente manera. Pero con las redes sociales, la forma en que la población ve a sus líderes cambió por completo. Esa gente quiere que su presidente les esté repitiendo todos los días las cosas buenas que hace por ellos, aunque no las haga o aunque no sean verdaderamente buenas, como la construcción de un aeropuerto o un tren que nunca utilizarán.  

Muchos norteamericanos no valoraron los grandes logros de Joe Biden, como el American Rescue Plan, un paquete de estímulo económico de 1.9 billones de dólares para enfrentar la crisis del COVID-19; la vacunación de 100 millones de estadounidenses en sus primeros 100 días; la reincorporación de Estados Unidos al Acuerdo de París sobre el cambio climático; el otorgamiento de clemencia a un número récord de prisioneros y conmutación de varias sentencias de muerte; la prohibición de la perforación petrolera en alta mar; el apoyo a Ucrania; la implementación de medidas para abordar la justicia racial y la equidad; el apoyo a pequeños negocios y beneficios por desempleo; la reforma del sistema de salud para ampliar la cobertura médica; la implementación de políticas para reducir las emisiones de carbono y promover las energías limpias y la reforma del sistema educativo, con la cual se hizo más accesible y asequible. Ni siquiera tomaron en cuenta que durante su mandato el Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos tuvo un crecimiento significativo: 2021, 5.7%; 2022, 2.9%; 2023, 2.5% y 2024 3.1%. Y que durante su presidencia, se crearon aproximadamente 17 millones de empleos.

En Estados Unidos no se acostumbra invitar a los presidentes de otros países a la toma de posesión, llamada Inauguration Day o Inauguration of the president of the United States.

Sin embargo, Donald Trump ha roto las reglas e invitó a Javier Milei, presidente de Argentina, a Giorgia Meloni, primera ministra de Italia, Nayib Bukele, presidente de El Salvador, Daniel Noboa, presidente de Ecuador, Viktor Orbán, primer ministro de Hungría y a la delegación del partido Vox de España, todos de ultraderecha. Algo se estará cocinando.

  

 

*Sofía Guadarrama Collado, autora prolífica y estudiosa de la historia de México desde hace 24 años. Su excepcional instinto narrativo, así como su conspicua percepción del mundo, la han situado como una de las escritoras mexicanas de mayor venta a nivel nacional.

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@SofiaGuadarramaC

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