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Por Sofía Guadarrama Collado

Señora presidenta, ya puede usted sentirse satisfecha. Ha cumplido a la perfección el mandato que el presidente Andrés Manuel López Obrador le confirió: desaparecer a los desaparecidos. Crear su verdad histórica del rancho Izaguirre. Inventar su post verdad sobre Teuchitlán. Y echar abajo los hallazgos de las madres buscadoras.

Seguramente, el presidente Andrés Manuel López Obrador ya la felicitó y le dijo que ha hecho muy bien usted al callar, desde sus conferencias del pueblo, a esos neoliberales que la critican por no tomar acción desde el día en que salió la noticia. Si el señor presidente Andrés Manuel López Obrador no hizo nada desde el operativo de septiembre de 2024 fue por una simple y sencilla razón: proteger al movimiento y el segundo piso de la Cuarta Transformación.

“No les hagas caso, Claudia —le ha de haber dicho el presidente por teléfono—, es sólo una campañita de la comentocracia. Burócratas de escritorio que no entienden la ardua labor de gobernar. ¿Qué van a saber ellos de lo que es un Estado fallido? Todavía se atreven a decir que hay un problema de impunidad en México, que la pasividad de las autoridades locales y federales han fortalecido al crimen organizado, que hay un colapso institucional que ha trascendido de administración en administración, que es negligencia gubernamental, que no has sabido asumir plenamente la responsabilidad, que tú administración tiene una militarización fallida, que no has sabido proporcionar apoyo a las víctimas, que sólo te has enfocado en minimizar el caso, que tu gobierno ha fracasado en la estrategia de seguridad, sólo porque en México hay más de 124,000 personas desaparecidas, 72,100 cuerpos sin identificar y 7,000 fosas clandestinas, pero no se detienen a cuestionar por qué desaparecieron. Muchos de ellos querían desaparecer, querían abandonar a sus familias, se hacen los desaparecidos para no pagar impuestos o manutención de sus hijos. Eso no lo ven o no lo quieren ver los fachos de ultraderecha que únicamente defienden a Calderón y a García Luna, quienes se aliaron con el crimen organizado.

„En sus artículos se atreven a decir que se ha expuesto la magnitud de las desapariciones en México. Pero únicamente, se basan en testimonios de sobrevivientes que relatan torturas, reclutamiento forzado y asesinatos a manos del Cártel Jalisco Nueva Generación. Son sólo testimonios. Eso no es evidencia. Tú, Claudita, que eres una científica sabes que sólo la evidencia científica puede ser tomada en cuenta. Celebremos que tenemos una científica sentada en la silla del águila y no cualquier politiquilla mediocre al servicio de un dictadorzuelo bananero. Llévate a Harfuch a la mañanera y que les diga a los reporteros que no se trata más que de un campo de entrenamiento de un grupo delincuencial, y que ahí exterminaban a quienes se negaban a ser reclutados. Nada más”. 

Hoy muchos la criticamos —más no la atacamos— por tratar de ocultar el infierno que fue el rancho Izaguirre en Teuchitlán. Sí, la noticia ya le dio la vuelta al mundo. La BBC ha calificado el rancho como un «centro de reclutamiento y exterminio que confirma la existencia de fosas y crematorios clandestinos». En EL PAÍS describieron el rancho Izaguirre como un «inventario del terror», y mencionaron el hallazgo de más de 1,300 objetos personales —como ropa, zapatos, cobijas y restos óseos— encontrados por el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco. 

Para usted, quienes escribimos a nivel nacional, no somos más que un puñado de comentócratas. Sus huestes le llaman manejo mediático y golpeteo político para desprestigiar a su gobierno.

Primero que nada, somos ciudadanas y ciudadanos. Mexicanas y mexicanos con derecho observar, a informar y comentar cada una de sus acciones como empleada de la nación. No lo olvide, señora. Usted se postuló para un puesto de trabajo. Hizo campaña con nuestro dinero, por las buenas y por las malas, para que votaramos por usted. Ganó de forma dudosa y nos amolamos; aun así, quienes no votamos por usted, nos aguantamos, y seguimos adelante, pero nunca con la mirada al piso, siempre de frente y con la dignidad bien alta. 

Para agachones los que le venden lisonjas. Para lambiscones, ahí tiene a sus seudo periodistas como Jenaro Villamil, Jesús Ramírez Cuevas, Alberto Nájar, Azul Alzaga, Jonathan Pérez, Lord Molécula, Manuel Pedrero, César Huerta, Vicente Serrano, Sandra Aguilera, Hans Salazar y cientos más; porristas y matraqueros dispuestos a vender su alma, su conciencia, su dignidad y hasta sus hijos por unas cuantas monedas de oro. 

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