Por Sofía Guadarrama Collado
El martes 1 de octubre, Claudia Sheinbaum Pardo se convirtió en la primera presidenta de México. Por donde se le vea —se le quiera o no— fue un día histórico. La primera mujer presidenta de los Estados Unidos Mexicanos. Algo que muchos pensaron que jamás ocurriría. Por primera vez en nuestra historia, una mujer gobierna el país… O por lo menos, es lo que todas y todos esperamos.
La toma de posesión de Claudia Sheinbaum fue casi perfecta: las calles —a pesar de las manifestaciones— estuvieron libres para que transitara y llegara al Congreso de la Unión sin contratiempos; la oposición se comportó como si formara parte del partido oficial y nadie la interrumpió ni la agredió durante su primer discurso como presidenta.
Desafortunadamente lo arruinó. Echó a la basura el momento más importante de su vida. Sí, al final su discurso tomó un tono feminista, pero ya había empobrecido su momento cuando arremetió contra Ernesto Zedillo, Felipe Calderón, el neoliberalismo y la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Comenzó hablando del desafuero de López Obrador, de su lucha y lo nombró el mejor presidente de México.
Se refería a él como presidente cuando él, en esos momentos ya era el ex presidente y ella la presidenta. Se hizo chiquita, chiquitita, chiquititita en el momento que debía mostrarse grande. ¡Era su momento! ¡Su fiesta! Pero le hizo fiesta a quien la puso en la presidencia. Lo elogió y luego se mimetizó en él. Sumisión absoluta.
Quizás porque sabe que la gente no votó por ella, sino por Andrés. No votaron por el proyecto de la candidata, sino por el adoctrinamiento del presidente López a través de sus conferencias mañaneras, disfrazadas de rendición de cuentas y los apoyos sociales.
Claudia Sheinbaum entró al gobierno del Distrito Federal en el año 2000 como parte de la cuota que “le correspondía” a Carlos Imaz. Dicho de manera más tersa: Carlos Imaz propuso a su esposa como secretaria de medio ambiente del Distrito Federal, puesto en el que tomó relevancia cuando López Obrador decidió imponer la construcción del segundo piso del Periférico en una ciudad que le urgía reducir el número de automóviles y aumentar las líneas del metro.
El secretario de obras del D.F., César Buenrostro se negó a construir el segundo piso; entonces, el jefe de gobierno, como es su costumbre, puso a alguien sumiso al frente de esta obra: Claudia Sheinbaum, quien decidió sacrificar el medio ambiente y la ecología.
La secretaria de medio ambiente no sólo estuvo a cargo de la construcción del segundo piso, sino que también se encargó de la opacidad de los gastos, que al final quedaron reservados.
En 2004 se hizo público un video en el que el empresario Carlos Ahumada entregaba dinero a René Bejarano, ex presidente de la Comisión de Gobierno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Inmediatamente, el jefe de gobierno llamó a una reunión a todo su gabinete y les preguntó si había más videos. El problema no era que estuvieran recibiendo dinero, pues al final todo era para “el movimiento”, sino que los videos se hicieran públicos. Claudia Sheinbaum delató a su esposo Carlos Imaz Gispert y demostró ser incondicional de López Obrador. Sumisión absoluta. Prefirió darle la cabeza de su esposo a cambio de su permanencia en el partido y en el equipo cercano del futuro candidato a la presidencia de 2006.
Entonces, López Obrador mandó a Carlos Imaz a una entrevista con Carmen Aristegui, en la cual declaró que el dinero era para las brigadas cazamapaches (vigilantes de los comicios electorales) y para financiar la campaña de Rosario Robles a la alcaldía de Tlalpan.
Esto fue un suicidio político. Se sabe que una de las máximas de López Obrador siempre ha sido «Si te descubren, te inculpas, pero no tocas al movimiento». Sacrificó a Carlos Imaz y René Bejarano. Pero no a Pío ni a Martín López Obrador ni a Alejandro Esquer. Bejarano regresó a la política. Carlos Imaz no. Él tenía una carrera política exitosa, bien podía escalar a la jefatura de gobierno del D.F. y luego a la presidencia. ¿Quién traicionó a Imaz: López o Sheinbaum? ¿O fueron los dos? AMLO sabía que Imaz sería leal hasta cierto punto, pero jamás sumiso; Claudia sí.
A lo largo de su carrera política, Claudia Sheinbaum no ha alcanzado ningún puesto político por mérito propio. Todo ha sido por imposición de Andrés Manuel López Obrador. Al final de ese sexenio ella no ocupó ningún cargo público, porque AMLO perdió las elecciones, cerró la avenida Reforma y se autoproclamó presidente legítimo.
En su “gabinete legítimo” también incluyó a Claudia Sheinbaum como Secretaria de Medio Ambiente, con un sueldo de 50 mil pesos mensuales. ¿De dónde salía el dinero para pagar los sueldos de todo el “gabinete legítimo”? De todos los gobiernos perredistas y petistas, pero principalmente el gobierno de la Ciudad de México de Marcelo Ebrard, que religiosamente le hacía llegar las cuotas al “movimiento”. Pero ese teatrillo no duró mucho. Ningún gobierno reconoció al “gobierno legítimo”.
De 2006 a 2015 Claudia Sheinbaum no hizo nada por su cuenta. Volvió a la academia y se guardó para alejarse de los reflectores, luego de los video escándalos del empresario Carlos Ahumada y su entonces esposo Carlos Imaz Gispert, de quien se separó, justamente en 2006, para complacer a López Obrador, algo que cuentan, vio como un sacrificio importante. Luego volvió como vocera de la campaña presidencial de López en 2012, cargo que también ocupó en 2006
Tras su paso como alcaldesa murieron 19 niños y 7 adultos en el colegio Rébsamen que se derrumbó en el terremoto de 2017, debido a un exceso de construcción ilegal: dos pisos de más. Claudia, como delegada de Tlalpan, dio los permisos.
En 2017, el gobierno de Sheinbaum invirtió 10 millones de pesos en la remodelación del Centro de Artes y Oficios Tiempo Nuevo en Tlalpan. Tras los sismos del 19 de septiembre, la Escuela Secundaria 173, sufrió daños y sus alumnos tuvieron que tomar clases en el Centro de Artes y Oficios Tiempo Nuevo, recién remodelado. Pero un portón mal instalado se desplomó y mató a una niña llamada Daniela. Sheinbaum se deslindó del caso.
Como jefa de gobierno de la ciudad de México fue un fiasco: su negligencia criminal dejó decenas de muertos. Nunca atendió los llamados que solicitaban mejoras, reparaciones y compras de refacciones, equipo y trenes nuevos en el sistema del metro de la Ciudad de México. Por el contrario, le recortó el presupuesto.
El 11 de marzo de 2020 dos trenes chocaron la estación Tacubaya de la Línea 1, dejando una persona muerta y 41 heridos.
En 2020 se hicieron públicas dos fotografías que denunciaban que dos pedazos del metro, entre las estaciones Olivos y Tezonco, de la línea 12 se estaban separando. Se trataba de una grieta extensa y un colgamiento dilatado. Sheinbaum hizo caso omiso y el 3 de mayo se cayó la línea 12 del metro y murieron 26 personas.
El 9 de enero de 2021 se incendió el Puesto Central de Control, “el cerebro del metro”, donde se ubican las computadoras y equipo de monitoreo y sistemas de seguridad para las líneas 1, 2, 3, 4, 5 y 6. Una mujer murió.
En 2023 murió Yaretzi Hernández, una joven de 18 años en uno de los tan comunes accidentes del metro.
Durante el sexenio anterior de López y Sheinbaum ejercieron “esclavitud moderna” de 585 médicos cubanos enviado por el régimen cubano a México. Mientras el gobierno le pagaba directamente a Cuba 255 millones 873 mil 177 pesos, aproximadamente 3 500 dólares al mes por cada médico, los cuales sólo recibían el 25 por ciento sí regresaban a Cuba.
En el año 2000, declaró una casa y un departamento en la Ciudad de México. Quince años después, agregó una casa en Morelos. En diciembre de 2018, declaró dos departamentos en Coyoacán y una casa en Cuernavaca. Seis años después, rumbo a las elecciones, su patrimonio se desapareció como por arte de magia. “Yo vivo en un departamento en el que pago renta”, dijo en el primer debate presidencial.
¿Entonces, qué se puede esperar de ella como presidenta?
Claudia nunca se ha abierto al diálogo con la oposición. Ella prefiere el espionaje, la intimidación, la persecución, la revictimización, la estigmatización, la fabricación de delitos y la obediencia ciega.
Claudia es hoy la presidenta más poderosa de la historia del México moderno. Tiene un hiper presidencialismo sin contrapesos, sin división de poderes, con órganos autónomos débiles, sin oposición y con muy poca prensa libre.
Su gobierno estará plagado de mentiras, hipocresía, censura, abuso de poder, despotismo, injusticia, opacidad, violaciones a los derechos humanos, corrupción, nepotismo, impunidad, represión, autoritarismo, discursos de odio, resentimiento, confrontación, división, intolerancia y perversidad. Todo esto disfrazado de libertad de expresión, justicia, transparencia, honestidad, verdad y democracia.
El populismo autoritario de López Obrador seguirá más fuerte que nunca a través de Claudia Sheinbaum Pardo.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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