Por Sofía Ramírez
La participación de las mujeres en la vida pública tiene -al menos- dos restricciones importantes. Primero, todavía no logramos que la presencia de igual número de mujeres que de hombres en puesto de elección popular se traduzca en políticas públicas con enfoque de género, y por lo tanto, se perpetúan esquemas de desatención a las necesidades más básicas de las mujeres en el país. Y segundo, el uso del tiempo de las mujeres, que viene acompañado de patrones sociales y familiares que nos han frenado como sociedad para ser más igualitarios, desde hace más de 100 años.
Vayamos por partes. Hoy en día hay al menos 50% de mujeres en el poder legislativo federal y local. Buen comienzo pero no es favor, puesto que son los espacios de representación popular y en México somos 52% de la población; más del 53% si sólo consideramos a quienes pueden salir a votar. En la Corte hay apenas un tercio de mujeres y en el gabinete federal hay 40% de mujeres.