Por Sofía Ramírez
El bienestar es más que crecimiento económico, sin duda. Si algo aprendimos de las campañas electorales y de la misma elección presidencial en 2018, así como de la agenda de investigación académica desde hace ya varias décadas, es que no sólo debe importarnos la pobreza sino también la desigualdad de ingresos y de oportunidades. Y digo que lo aprendimos en 2018 porque esa fue la demanda más vocal del pueblo de México en las urnas: ver a los que no vemos, los más pobres y a quienes no progresan por generaciones, y cerrar las brechas e invertir en el bienestar de las familias de menores ingresos y de pocas oportunidades.
Claro que del plato a la boca se nos ha venido cayendo la sopa. Les cuento.