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El 31 de octubre pasado nos sorprendió la noticia de que el celular del gobernador de Sonora Alfonso Durazo fue “hackeado” desde su aplicación de Whatsapp. Sí, quien fuera el secretario de Seguridad Ciudadana a nivel nacional meses atrás no tenía candados suficientes en su sistema de telefonía. Lo preocupante fue que justo un mes después de ese episodio le pasó lo mismo a la secretaria de Seguridad Pública estatal, María Dolores del Río.

¿Qué esperar cuando les pasa eso a quienes deberían cuidarnos?

¿Con todo el conocimiento, capacidad, infraestructura y asesoría desde esas privilegiadas posiciones que supondrían acceso a inteligencia y seguridad cibernética les ocurrió eso?

¿A qué habrán tenido acceso los criminales que se apoderaron temporalmente de esas cuentas?

Hace unos días los sonorenses vivimos un episodio oscuro y doloroso: el asesinato –impune, para variar– de una jovencita de 18 años que salió a marchar por el Día Internacional contra la Violencia hacia las Mujeres; activista, comprometida y valiente, que terminó muerta por las balas de los grupos del narcotráfico que azotan Sonora.

¿Qué esperar cuando le ocurre este atroz crimen a quien salió a pedir justicia?

¿Qué esperar cuando un policía también cayó en la balacera?

¿Qué esperar cuando estos hechos ocurrieron justo en el Palacio Municipal de Guaymas, a unos metros de las estatuas de los tres presidentes de México que nacieron en ese puerto?

¿Qué se puede esperar cuando la delincuencia reta así a la máxima autoridad local para mandar un mensaje tal de impunidad y desafío?

¿Qué esperar cuando quien fue elegido por los sonorenses debería tener todo el conocimiento, estrategia y fuerza para evitar este tipo de escenas de sangre con víctimas colaterales?

Yo me imagino que el peso sobre los hombros del gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, es mucho. En lo personal, lo ha dicho, llegó al cargo “de sus sueños”, el que siempre quiso ocupar.

Queremos pensar que no se propuso llegar por llegar. Por vanidad. Queremos pensar que busca un lugar en la Historia de manera positiva, más allá de su retrato en Palacio de Gobierno.

Queremos pensar que tiene bajo el brazo un plan sólido de reconstrucción del tejido y contención de las bandas criminales que han tomado este estado que, por cierto, tiene seis de los 50 municipios mas violentos México.

Queremos pensar que, más allá de haber sido un político hábil que supo moverse de las casillas del tablero donde no se sentía cómodo, busca hacer algo trascendente. Su historia política lo muestra como un personaje que ha dado codazos y patadas para llegar a donde quiere. Consiguió estar muy cerca del candidato presidencial Luis Donaldo Colosio, pero éste fue asesinado y su proyecto se derrumbó. No pasó días fáciles para encontrar su espacio. Luego pasó por el PAN, con Vicente Fox, fue diputado federal por el PRD y a partir de 2014 vio en Morena la opción para escalar. Ese partido lo llevó a ser senador y luego uno de los principales miembros del gabinete presidencial, como titular de Seguridad Ciudadana, periodo en el que se cometieron mil 700 feminicidios y 63 mil asesinatos.

Y bueno, hoy es gobernador, la cúspide para él.

¿Qué esperar de un político que luchó toda su vida por llegar a esa cima?

Queremos pensar que no sólo palabras, fotografías y buenas intenciones. Queremos pensar que números, resultados, un ambiente de paz tangible en las calles y ni una asesinada más. Ni una madre más buscando con sus manos sucias de tierra removida a sus desaparecidos. Ni una balacera más. Ni bajas colaterales.

Yo me imagino que el peso sobre los hombros del gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, es mucho, pero el del dolor de madres y padres que pierden a sus hijos y el de ciudadanos preocupados viendo un estado desbordarse es mayor, mucho mayor.


Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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