Por Soledad Durazo
Mañana arranca el último mes del año y nos trae dos efemérides a las que ahora me refiero:
No desestimo, por supuesto, la importancia de las evaluaciones gubernamentales, sobre todo cuando ya quedan pocos meses para cumplir las promesas que el presidente López Obrador hizo un día primero de diciembre de hace 5 años; aquel gesto de genuflexión ante representantes de los grupos originarios, muchos lo interpretan como un parteaguas en la historia del país. El correr de los días de su mandato ha venido a demostrar que buena parte de sus seguidores entendieron el mensaje y ahora se hincan ante él y sus deseos y quien no lo hace está destinado a arder en la hoguera que se enciende todas las mañanas en Palacio Nacional, a la que durante todo el día se le da aire a través de las repeticiones de sus defensores y detractores, de forma tal que no permitimos -me asumo como parte de quienes nos detenemos para revisar sus mensajes en los espacios periodísticos- que se apague ese fuego y sobre sus brasas a la mañana siguiente se depositan más leños que reavivan la hoguera.
Pero mañana también tenemos la oportunidad de revisar otro tema: el VIH/SIDA, ello en el marco del Día mundial de la lucha contra esa enfermedad que busca visibilizarla y también acompañar a quienes viven con ella.