Por Soledad Durazo
El Instituto Nacional de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales (INAI) ha sido el epicentro de una elección interna que deja mucho que desear en cuanto a la integridad y la transparencia. La designación de Adrián Alcalá como el nuevo comisionado presidente ha generado controversia, especialmente considerando los señalamientos que pesan sobre él por opacidad, desvío de recursos y su presunta participación en una fiesta financiada con fondos del propio instituto en un centro nocturno relacionado con la trata de personas.
El contexto de esta polémica se remonta a una fiesta organizada en el centro nocturno Curazao, liderada por el entonces comisionado Oscar Guerra, quien mencionó la presencia de Adrián Alcalá y otros colegas. El hecho de que recursos del INAI hayan sido utilizados para financiar una noche de fiesta en un establecimiento con víctimas de trata de personas es, por sí mismo, un acto deplorable que arroja una sombra significativa sobre la credibilidad y ética de quienes lideran la institución.