Por Sonia Garza González, Presidenta Nacional de la Asociación Mexicana de Mujeres Jefas de Empresa (AMMJE), Consejera Nacional de COPARMEX, de COPARMEX NL y de CAINTRA NL. Seleccionada por segundo año consecutivo como una de las 100 Mujeres Poderosas de los Negocios por la revista Expansión.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) reconoce que, en muchos países, la informalidad representa una parte significativa de la economía y del mercado laboral y desempeña un papel importante en la producción, la creación de ocupación y la generación de ingresos. Sin embargo, al mismo tiempo, este organismo evidencia que la informalidad expone a los trabajadores a un mayor riesgo de vulnerabilidad y precariedad, que genera un fuerte impacto negativo en la adecuación de los ingresos, la seguridad y la salud laboral y las condiciones de trabajo en general.
Con objetividad, este organismo acepta que, en muchos casos, la informalidad surge por la necesidad de conseguir un sustento por las pocas posibilidades de encontrar un empleo, aunque también existen los casos en los que hay una clara intención de operar, evadiendo pagos de impuestos y compromisos patronales, para incrementar la utilidad. Ya sea el autoempleo o pequeños negocios informales, ambas modalidades se ven limitadas para acceder a créditos que les permitan escalar sus negocios, hay baja productividad y en consecuencia menor capacidad de obtener e incrementar ingresos.