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Por Sonia Garza González

Antes del 2 de junio fui una activa promotora del voto informado. No hay plazo que no se cumpla y ya hasta pasaron los momentos definitorios una vez que se dio el arranque de las elecciones: el despliegue mediático nacional e internacional (Google dedicó doodle a México, con motivo del proceso electoral), la expectativa de los conteos rápidos, las encuestas de salida (que ya sabemos cómo se la juegan), los anuncios previstos del INE y, cumpliendo en tiempo y forma, la publicación de los resultados del PREP. 

Fue una jornada y un cierre destacable para unas votaciones trascendentales, en las cuales en la disputa por el cargo máximo se encontraban dos mujeres para liderar uno de los países que en varias ocasiones se cuestionó si estaba preparado para ser gobernado por una mujer. 

Recordemos un componente sustancial que manejaron las autoridades electorales al subrayar que era la mayor votación en la historia del país, en la que han participado la cantidad más numerosa de electores y se han disputado la mayor cantidad de cargos.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.