Por Stephanie Henaro

Cuando hay elecciones en el mundo vienen acompañadas de la paranoia de interferencia extranjera. Esta es la nueva normalidad, que se hizo más evidente desde las elecciones del 2016 en Estados Unidos, donde para el vox populi la culpa de todo la tenían los rusos. 

El papel de las compañías big tech en el mundo electoral es innegable y Elon Musk seguramente será un dolor de cabeza para muchos, como ya lo está siendo para Nicolás Maduro después del fraude electoral en Venezuela.

Todo comenzó cuando el lunes Musk comenzó a postear en X mensajes que denunciaban el presunto fraude electoral en Venezuela. Entre los mensajes reenviados por Musk estaban los de la líder opositora venezolana María Corina Machado y otros gobernantes con los que Musk lleva tiempo mostrando gran sintonía, como el argentino Javier Milei o el salvadoreño Nayib Bukele.

Además de esto, también subió a la red otro mensaje con un cartel antiguo de la DEA en la que aparece una fotografía de Maduro y una recompensa de 15 millones de dólares a quien ayude a arrestarlo, y remató quitándole el verificado al dictador, que indicaba en X que era el presidente de Venezuela, mientras presume que la app store X es la aplicación número uno en noticias en Venezuela.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.