Por Stephanie Henaro
Hoy salta a la vista que mientras en una misma semana en Estados Unidos Genaro García es sentenciado y El Mayo Zambada juzgado, en México la oleada de violencia le da una bienvenida sangrienta a la nueva presidenta.
Así es que si partimos del punto en el que en México “aparentemente no pasa” nada y en EEUU pasa “aparentemente todo”, no puedo dejar de preguntarme si en esa lógica la justicia es gringa y la violencia mexicana.
Porque a pesar de compartir los mismos problemas relacionados con la oferta mexicana de drogas y la demanda estadounidense, lo que arregla el estado de derecho allá, acá parecen arreglarlo las balas.
Sino que alguien me explique por qué llevamos seis semanas seguidas de violencia en Sinaloa, mientras Los Chapitos y Mayitos continúan con ejecuciones y atentados.
Todo parece apuntar a que lo que vivimos aquí es producto de la “justicia estadounidense “ y de la “injusticia mexicana”. Porque desde que dos de los líderes del Cártel de Sinaloa fueron detenidos o entregados a las autoridades de nuestro vecino del norte, el vacío de poder ha generado un caos que tiene a los ciudadanos de uno de los estados más bonitos del país, muertos de miedo.
Así que mientras que en Estados Unidos los ciudadanos se acostumbran cada vez más a la justicia, aquí parece que la única opción que queda no sólo para los de Sinaloa, sino para los del resto del país es acostumbrarse a las balas.
Tan sólo el fin de semana pasado tuvimos 259 asesinatos a nivel nacional que se suman a los 34 mil que van en los 16 días que van del sexenio de Sheinbaum, 21% más que en octubre pasado con AMLO.
Cambió el mando, pero lo que no cambió fue la inercia que está cerca de convertir al país en una fosa común con himno nacional.
Mientras tanto, en Estados Unidos las huellas que deja su consumo se pueden ver en el hecho de que en 2023 se produjeron más de 36,000 muertes por psicoestimulantes, un 2% más que el año anterior, y también en que las muertes por cocaína aumentaron un 5%, hasta casi 30,000.
Reflejando de esta manera que los que pasa allá va más allá de la maldad de los cárteles mexicanos y que se debe a un problema de salud que tal vez porque se teme que se ligue a la identidad nacional -de la misma manera que a los grupos del crimen organizado se les ha ligado con la mexicana-, no se acepta. Entonces, ¿qué tanto tiene de justa la justicia gringa?
Porque lo que no se ataca allá, genera violencia del otro lado de la frontera, que de su lado deja muertes acompañadas de una derrama económica que seguramente es aprovechada por “los distribuidores estadounidenses”.
Mientras tanto, el que fuera encargado de combatir a los cárteles de la droga en tiempos de Felipe Calderón, es sentenciado porque se encontró culpable de tener vínculos con el Cártel de Sinaloa. Algo que difícilmente veremos aquí, y eso me lleva de nuevo a preguntar si la justicia es gringa y la violencia mexicana.
Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.
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