Respira
Por Stephanie Henaro
Las llamadas de Donald Trump con Vladimir Putin y Volodimir Zelensky son mucho más que simples llamadas. Van más allá, e incluso puede considerarse como el banderazo del nuevo orden internacional, en el que como siempre, los que ganan se reparten el mundo.
Así es que para no andarnos con rodeos, lo que queda claro es que Rusia y Estados Unidos ganaron la guerra y que Europa junto con Ucrania han quedado relegadas a un actor secundario de reparto, simplemente porque los poderosos pueden y porque el mundo ya cambió.
Vendrá un nuevo orden mundial con nuevos actores y nuevas reglas pero en el inter, habrá un desorden en el que cada quien hará lo que quiera y estaremos por momentos en un mundo en donde la única ley, será la ley del más fuerte… ¿o será que siempre ha sido así? A veces tengo la duda. No obstante, lo que sí está claro es la lógica geopolítica que Donald Trump tiene para acercar a Estados Unidos y a Rusia.
Más allá de que ambas naciones se encuentran en un momento expansionista que busca regresar a la gloria del pasado, Donal Trump está consciente de que el poderío geopolítico se amplía a medida que avanza el cambio climático y está jugando a la geopolítica pura y dura.
El cambio climático que acelera el deshielo del Ártico, vuelve a la nación eurasiática cada vez más estratégica. Puesto que además de ser la potencia geopolítica terrestre por excelencia en lo que Halford Mackinder (1904) denominó como el Heartland o corazón del mundo, la activación del Mar del Norte aumentará su competitividad en lo marítimo y le dará un mayor peso geopolítico en el centro de una nueva visión global, que dará vida a puntos cardinales que con el deshielo activarán vecindades que aún están dormidas en nuestro imaginario.
Suscríbete para leer la columna completa…
