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Por  Stephanie Henaro

La verdad no peca pero incomoda, y esto es justamente la esencia de los tiempos que estamos viviendo.


El mundo se mueve como sabíamos que se podía mover, pero pensamos que nunca lo haría, y la realidad -que ha rebasado a la ficción- nos hace salir de la zona de confort.


Ahí es donde entra el paro respiratorio de la relación bilateral con Estados Unidos , los últimos suspiros del Atlantismo, y las verdades ocultas que han salido a la luz con el posible fin de la guerra en Ucrania.


Así es que a pesar de que lo que estamos viviendo pueda gustarnos o no, lo que está ocurriendo no es nada más que lo es, y ésta vez sin tapujos. 


En el caso de México ha quedado claro que regresó la política exterior de Moctezuma Xocoyotzin y que se enterró la de Cuauhtémoc. La entrega de los 29 narcos a EEUU equivale a todo el oro con el que se les regaló a los españoles pensando que eran Dioses y apostando a que con eso ya no nos hicieran nada, para que al final nos hicieran de todo.


Lo mismo nos pasó con los gringos y al final quedó expuesta la verdad. A los del norte les damos igual, y dependemos tanto de ellos económicamente que terminamos bailando al son que nos toquen. Así es que más que llamar a Kalimán para que nos brinde su “serenidad y paciencia”, lo que deberíamos de estar haciendo es llamar a Chapulín Colorado, porque ahora sí “¿Quién podrá ayudarnos?”.Con la guerra arancelaria el T-MEC murió y por fin quedó expuesto que Norteamérica como región no existe más allá de la fe. 

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.