Por Stephanie Henaro Canales
La energía ha conseguido dividir a Norteamérica en dos y poner a prueba la amistad de “los tres amigos” que miran en direcciones distintas hacia el futuro energético. Teniendo de un lado las energías renovables y el cambio climático, mientras que del otro se encuentra el nacionalismo ligado a los recursos naturales. Llevándonos al punto en donde es imposible no notar que además de la historia, el idioma y las monedas, a los amigos los separa el presente.
Del otro lado del mundo, el momento actual se vive diferente. El rechazo a Rusia en respuesta a la invasión que este país comenzó en el este de Ucrania a finales del mes de febrero, consiguió unir a un bloque europeo que durante mucho tiempo había permanecido como un gigante con muchas voces y que hoy, a pesar del aumento de los precios, se une para diversificar sus fuentes de energía y cortar el cordón umbilical con Rusia. No obstante, si la guerra se alarga demasiado este efecto podría revertirse. Porque el costo de la vida se ha incrementado de manera notable y los costos de energía podrían llegar a ser cuatro veces mayores para 2023. Ejerciendo de esta manera cada vez más presión para democracias que tendrán que responder a las demandas de votantes enojados y angustiados.
Teniendo presente que en marzo de este año el precio de la electricidad alcanzó su máximo desde que existen registros, situando el megavatio hora (MWh) en 442 euros. Representando un aumento del 115% desde que el pasado 24 de febrero estallara el conflicto, y siendo hasta diez veces mayor de lo que el promedio de los consumidores facturaban hace un año. Rondando en una cantidad cercana a los 47 euros por MWh.
Lo que nos lleva de regreso a tierras aztecas porque la Unión Europea es el segundo emisor de IED, y tiene alrededor de 20,000 millones de dólares en proyectos de electricidad, gas y agua invertidos en el país. Lo que significa que México está propenso a paneles de otros países por política energética, en un contexto global en el que la energía está transformando la vida de millones de personas a través de sus bolsillos y que mientras en Europa se vive como el resultado de una guerra, en México podría ser resultado de las decisiones de un gobierno. Porque retomar el control de la generación de electricidad como se pretende a través de la reforma eléctrica, tendrá un efecto dominó sobre la inversión y elevará el riesgo país haciendo más costoso el financiamiento para la actividad productiva nacional y para las familias.
¿Tendrá el presidente López Obrador la suficiente energía para seguir con sus ideas ligadas al nacionalismo?
Parece que Estados Unidos ha perdido la paciencia con las ideas de soberanía energética del presidente Andrés Manuel López Obrador y por primera vez ha solicitado a México abrir consultas al amparo del TMEC. Tratándose del paso previo a una petición de arbitraje que puede llevar a la imposición de aranceles, y supone una importante escalada en la disputa entre los dos países. Tan sólo una semana después de que el presidente mexicano visitara Washington para limar asperezas con Biden.
Por lo que se puede decir que esa misión hoy se encuentra experimentando un retroceso que se extiende a los límites de la región norteamericana, porque Canadá ha decidido apoyar a Estados Unidos en las quejas y en las consultas. Evidenciando que hoy la energía consiguió dividir a Norteamérica en dos y que AMLO utilizará la fecha del 16 de septiembre para fijar su postura.
El último en salir, apague la luz.
@HenaroStephanie
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