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Por Susana Moscatel

Hace muchos años, cuando hacía un programa muy gozoso de cultura pop para la televisión abierta todos me decían que cualquier cosa con la palabra “cultura” era casi un milagro que saliera al aire, considerando que ahuyentaría al público. Así que entre broma y broma alguien en producción se refería a mi escote diciendo que “mostrara más el rating” para que no nos sacaran del aire. Eventualmente lo hicieron, como siempre pasa en la televisión, y dudo mucho que mi talla de bra o la calidad del pushup haya tenido nada que ver con ello. No cuento esto como una historia más de tantas que hemos escuchado sobre cómo proceden los medios respecto a las mujeres, lo cuento porque de pronto queda muy claro para mí que ese y mil ejemplos más eran la muestra de que verdaderamente así se piensa que se logra el éxito masivo. “Chichis. Insultos. Racismo. Chismes. Tragedia ajena”. Cada generación los redescubre como si nunca hubieran existido antes y hacen uso de ellos, exigiendo que esos contenidos son los únicos que generan rating.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.