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Por Susana Moscatel
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“Hacer teatro en México es un deporte de alto riesgo”. Esas palabras de un gran amigo resuenan en la comunidad teatral como pocas cosas. Nadie dedica su vida al teatro en este país si no está profundamente enamorado de él. Nadie lo hace por conveniencia o porque sea fácil. El teatro es solo para aquellos que no pueden verse frente a una emoción sin pensar en cómo convertirla en arte. En presencia. En vida. Y en el caso de los productores a eso se le suma la enorme capacidad de navegar la parte tan compleja de la administración y la inteligencia financiera en el lugar más contraintuitivo para ello. ¿Saben cuántas obras realmente hacen dinero en México?  Muy pocas, pero luego lo hablamos porque el tema es Tina. Eso y mucho más describe la trayectoria de la productora, a quien apenas despedimos ayer, pero cuyo trabajo seguirá abriendo brechas y caminos por generaciones. Y no, no estoy exagerando.

Son tan pocos los nombres en nuestro país que significan todo lo que nos pasa cuando se levanta un telón. Históricamente los Fabregas, sin duda. Y hoy hay grandes valientes que se dedican a producir teatro contra viento y marea, pandemias e indiferencia. No sé de uno solo de ellos que no tenga cosas maravillosas que decir respecto a Tina Galindo. Y vaya que es un increíble grupo de personas que expresa mi sentir. De hecho, la comunidad teatral entera está de luto. Se fue una mujer increíblemente capaz. Una mujer que logró alianzas casi imposibles de imaginar para que se concretaran proyectos espectaculares. Una mujer que fue amiga y maestra de tantos de nosotros. Sea lo que sea, si te considerabas parte de este loco grupo de teatreros mexicanos, sabías que Tina Galindo era alguien de quien aprender. Con quien emocionarse. Compartir. Crear. Y eso es extraordinario en cualquier lado del mundo.

Hay muchas cosas que le debemos a Tina Galindo, una de ellas, sin duda, el hecho de que el Teatro Insurgentes haya sobrevivido de la amenaza del abandono hace más de treinta años. El pasado 2023, cuando se conmemoraban los setenta años de este recinto, se narró una y otra vez como Emilio Azcarraga le pidió a Tina que se encargara del teatro. Eran tiempos complicados para el arte. Si Televisa quiso mantenerlo vivo es porque tuvieron una Tina que vio mucho, mucho más allá que la idea de un espacio para mantener ocupados a quienes no tenían telenovela en ese momento. Y con los años, las maravillas pasaron de ser simples comedias de enredos y albur, a muchas de las más relevantes y creativas puestas en escena que se podían ver en los escenarios de Londres, Nueva York o París. ‘

Cuando Ocesa comenzó a producir el teatro al estilo Broadway con La Bella y la Bestia en el ahora abandonado Teatro Orfeón (una terrible historia para otro día) Tina ya estaba reviviendo las glorias del pasado y viendo hacia el futuro en el Insurgentes. Su alianza con el maravilloso Claudio Carrera los hizo llegar aún más lejos en sus grandes apuestas teatrales. Así es como llegaron maravillas como Privacidad y El incidente del perro a medianoche, a ese escenario. Diego, Gael, John Malkvoich, Morris Gilbert… Llegó un momento en el que en el teatro, ese teatro tan amado y castigado que compite tanto por un público pequeño, se volvió un trabajo de colaboración brutal y sorprendente. 

La trayectoria de Tina no puede ser resumida a las maravillosas obras que hizo realidad, a los artistas que representó, y ni siquiera a la admiración y respeto, enormes, que provocaba en este medio en el que la competencia parece ser la motivación de tantos. Yo diría, después de platicar con amigos, colegas, actores, escenógrafos y directores, lo que siempre distinguirá a Tina es su capacidad de combinar una calidad humana enorme, con la capacidad, tenacidad y talento que se requiere para hacer esto tan bien tantos años. Como alguien quien tuvo el privilegio de sus consejos y cariño, les puedo decir que eso siempre estará presente. Antes y después de cada función en nuestras vidas.

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@SusanaMoscatel

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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