Ciudad de México - “Yo solo corro… las cortinas”. No puedo decirles cuántas veces he escuchado ese comentario en todos los tonos posibles, desde sorna hasta admiración, pero más sorna, cuando alguien se entera de que estoy entrenando para un maratón. “¿Y cuánto tardas en correrlo?”, es sin duda el otro clásico de personas que no sabrían la diferencia si les dijera veinte minutos o nueve horas. Esos son los de la misma categoría que aquellos que te aseguran que corrieron un “maratón” de 5 kilómetros hace algunos años y que con eso tienen.
Bien por ellos. Ser maratonista definitivamente no es para todo el mundo, por múltiples razones. Pero para quienes amamos imponernos retos que a la vez nos mantengan sanos, nos dejen saber que lo que deseemos lograr es posible y aquellos que amamos conocer las ciudades del mundo a pie y con un esfuerzo muy particular que queda hermosamente adherido a los recuerdos de ese día y para siempre, para nosotros no hay nada ni nadie que nos va a quitar las ganas de pegarle a pavimento.
Hoy se esperan más de 30 mil participantes que correrán esta carrera tan importante, y también tan difícil, que nuestra ciudad ha recuperado al fin. Es difícil por la altura de donde estamos. Por las subidas y bajadas que vienen con nuestras calles, avenidas y parques. Y es difícil porque aún no han logrado arruinarla los tramposos que nunca faltan y que solo corren un pedacito de la carrera por la medalla. Pero son los menos. Y sí bien una medalla que te recuerde que lo lograste es algo lindo para tener, no me puedo imaginar el vacío de estar presumiendo un logro que no ganaste. Especialmente porque es un tema tan personal que hay que de verdad querer llamar la atención al hacer eso. Lo malo es que no es una trampa sin víctimas, hemos estado más que al borde de perder la clasificación de nuestro maratón, precisamente por eso.
Sin embargo esto lo escribo para todos ustedes que entrenaron tanto para poder llegar listos al reto de hoy. Sé que yo no me pude poner en orden a tiempo con mis entrenamientos para correr esta carrera que tanto deseaba. Y sé que para los atletas élite esto es un asunto de vida. Pero para aquellos quienes muchas veces descubrimos cosas que jamás imaginábamos al tener todos esos kilómetros de frente, eso es una experiencia que nadie olvida.
Cada uno tiene sus razones, historias, motivos e incluso modos de correr un maratón. En mi caso, y se los cuento porque sé que a mí me ha inspirado a ser una mejor versión de mi persona, el reto fue muy específico al inicio. Cuando era muy joven era velocista. Mi prueba eran los doscientos metros planos y competí en lugares maravillosos del mundo. Pero ya para los 400 metros, no aguantaba. Eso a los 19 y 20 años. Los grandes atletas de distancia con los que convivía en el Centro Olímpico Méxicano (necesitamos hablar seriamente de ello, por cierto) me maravillaban. Se me hacían super héroes. Ahora… aún más.
Al dejar de entrenar varias horas al día y entrarle al mundo de la reporteada, por supuesto que mi cuerpo reaccionó. Por mucho tiempo luché contra un sobrepeso que me avasallaba emocionalmente. Nunca me detuvo, pero era agotador en todos los sentidos. Y sabía que mi salud estaba en riesgo. Así que un día dije, “Debo bajar tantos kilos en tanto tiempo. Bien hecho. Con ayuda médica. Con ejercicio constante”, y sí. Lo hice. Pero no podía permitir que mi báscula, o siquiera mi ropa, fueran la medida de mi éxito. El año que cumplí 42 años corrí mis primeros 42 kilómetros. Y no me he estado quieta desde entonces. Sí, esa es la historia de una persona. Hay grandes atletas que corren para mejorar su tiempo cada vez. Hay quienes de verdad pelean los primeros lugares aunque saben que hay siempre corredores de otros lugares que se suelen llevar las medallas y los premios. A eso se dedican. Y también hay quienes –me identifico también– amamos encontrar lo mejor de la humanidad en las grandes carreras. Hoy que salgan, por favor no se enojen con los cortes de circulación. Sí pueden encuentren un buen lugar en las multitudes que apoyan todo el trayecto. Verán los letreros más conmovedores y los más divertidos. Verán a las familias que salen a regalar un pedazo de fruta al atleta que lo necesita. Verán el evento deportivo más incluyente de todos, donde siempre hay alguien impulsando a un desconocido para lograr lo que se propuso.
Los que no somos ni de lejos corredores Élite sabemos que hay que llegar muy entrenados y luego tener un gran trabajo con nuestro diálogo interno. Porque sí, en algún momento tu mente te dirá, “¿Y por qué no eres de esas personas que ‘solo corren cortinas’?”. Eso puede pasar en el kilómetro 12, 23, o 30. Y entonces es cuando recordamos que la vida es precisamente eso: un maratón, no un sprint. Un paso a la vez. Quien ama correr con música, una canción a la vez. Un pensamiento. Un recuerdo. Una emoción. Y como dice Billy Joel en You are Only Human (una de mis indispensables al correr), “No olvides tu segundo aire”. ¿Qué mejor en la vida ahora que recordar eso?
Les deseo a todos los corredores un día maravilloso. Son profundamente admirables y si bien esta vez no vamos a su lado tengan por cierto que estaremos echando porras y apoyando en lo que se pueda. Usualmente odio el cántico ese de “Sí se puede”, pero aquí… Aquí es donde nos damos cuenta que hasta lo más imposible de imaginar está a nuestro alcance. Mis respetos y todo mi amor, corredores.
En honor a mi amigo y compañero de equipo: Jesús Romero.
@susanamoscatel
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