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Por Susana Moscatel
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¿Les ha costado trabajo encontrar información en la que puedan creer en línea últimamente? A mi también. Y estoy al borde de la desesperación por ello. Llevo los suficientes años en este negocio como para poder decir que abrí la primera página de Facebook, cuenta de Twitter y canal de YouTube en diversos proyectos y programas en los que he participado. Y en esos tiempos lo peor que podríamos haber hecho, informativamente hablando, era subir contenidos de perritos y gatitos. Literal. Porque hay pocas cosas como un video de unos animales simpáticos haciendo lo suyo como para generar tráfico en la web, pero sí hay algunas y son mucho peores.

Con la compra de la red social antes conocida como Twitter, Elon Musk logró hacer aún más violento un contexto que ya lo era. No solo por su algoritmo nuevo, que ahora te muestra todos los pleitos, insultos y agresiones aunque no sigas a esas cuentas, sino por su política radical de perdonar a todos (excepto a los que hablen mal de él). Esta semana fue, otra vez, Kanye West, quien fue corrido más de una vez de la red por sus diatribas antisemitas. Hoy, queda claro que Musk, malbaratando la bandera de la libertad de expresión, le apuesta con todo a lo peor del ser humano.

Tik Tok, red que me he obligado a tratar de entender para no quedar fuera de la jugada, es aún peor. El algoritmo tiene que ser educado pero aun así te mostrará lo peor de las miserias humanas porque, saben bien, nuestro morbo seguido es mejor que nuestras mejores intenciones. Y ahí viven millones de vidas en línea. Con esa violencia. Con ese deseo de exponer a todo el mundo. ¿Por qué carajos me siguen apareciendo videos de personas con sobrepeso en los gimnasios? Es, aparentemente, un reto a nivel mundial el ver a quien está haciendo un esfuerzo por mejorar su salud, humillado. Y es solo una de las desgracias que aparecen por todos lados. Es como si ya la mayoría de nosotros nos hubiésemos rendido y decidido que hacer cosas malas se valen si entretienen y generan tráfico.

Me encantaría decir que los espacios periodísticos son la excepción. Que ahí este tipo de clickbait pasa por algún editor que tiene la más mínima intención de cuidar la veracidad y la calidad de los contenidos. Pero esa es una batalla completamente perdida ante la prisa de ganar una nota que no es nota o las ganas de conseguir muchos más ojos en una página que antes se apegaba a la calidad periodística. No, ahora se apega a La casa de los famosos, a los pleitos entre influencers o se avienta joyitas periodísticas como una de esta semana, “¿Mayela llegó a pensar en distorsionar a la familia Pinal?”.

Detengámonos aquí, en este titular de un periódico de circulación nacional, por un segundo. Primero que nada está esa espantosa costumbre nueva de poner entre signos de interrogación un titular. ¿Qué demonios quiere decir eso? ¿Se lo están preguntando a los lectores? ¿El medio que informa no sabe la respuesta? ¿O será simplemente que quieren traficar con el chisme y así están a salvo. Por otro lado, y la verdad hasta flojera me da averiguar quién cuernos es Mayela, pero me parece que, tras leer un párrafo de esa bazofia, lo que querían decir es “extorsionar”, no “distorsionar”. Y luego, como broche de oro: ¿Lo que alguien pueda llegar a pensar es de alguna manera reportable? Hay tantas cosas que están mal con esto que no puedo más que reír, pero sentir un poco oprimido mi corazoncito de reportera. Porque este es solo uno de decenas de ejemplos que vemos todos los días en la red. Y ya no hablemos de temas serios, como los libros de texto en México, porque pocos se detienen antes de dar el RT o mandar a su grupo de WhatsApp para compartir cosas que ni están publicadas ahí. Vaya, hay bastantes horrores e impresiones ciertas como para tener que inventar otras. ¿Por qué no revisan tantos medios?  Porque están citando lo que alguien más subió a redes. O peor aún, lo que alguien opinó en redes. Cualquiera. Mientras esté en línea parece ser válido en este nuevo campeonato de desinformación.

Así que sí. Extraño poderosamente a los perritos y los gatitos como clickbait. Aunque ayer no me perdí la nota del influencer que pagó miles de euros para parecer un Border Collie porque ese había sido el sueño de su vida. Absurdo pero prefiero mil veces que me traten de incitar con mi amor por los animales que apelando a la parte más fea de mi ser.  Por lo menos si veo a un Basset hound imitando los sonidos de su humano, puedo creer que me están diciendo la verdad. Al menos a veces.

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@SusanaMoscatel

Las opiniones expresadas son responsabilidad de sus autoras y son absolutamente independientes a la postura y línea editorial de Opinión 51.


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