Por Susana Moscatel
Mi capitulo favorito de Seinfeld, aún una de las mejores comedias de todos los tiempos tiene como invitado a Bryan Cranston quien resulta ser el dentista de Jerry. Pero como buen judío neurótico neoyorkino el comediante está enfurecido porque el dentista le cuenta chistes de judíos cuando lo tiene en la silla. ¿El problema? El personaje de Cranston se convirtió al judaísmo y la sospecha que solo lo hizo con tal de poder contar chistes de judíos es tal que Jerry acaba quejándose con un cura. El hombre de Dios le pregunta, “¿Y esto te ofende como judío, hijo mío?, a lo que Seinfeld en pleno ataque de indignación le responde, “¡NO! ¡Eso me ofende como comediante!”. Solo lo pienso y vuelvo a reír. Pero eran los años noventa. ¿Podría existir hoy en día un Seinfeld? Revisemos los últimos meses y me dicen que concluyen ¿va?