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Por Susana Moscatel

Alguna vez escribí largo y tendido sobre lo divertido que me parecía cuando, por ser asertiva o clara en mis convicciones, se me decía “perra”. Es uno de esos insultos que solo te dice qué tan poco saben de amor quienes te los quieren adjudicar, y hoy lo tengo más claro que nunca por motivos que jamás pensé que podrían ir de la mano. Y hoy, extiendo la definición, como diríamos en Monólogos de la vagina, para reconquistar la palabra para poder hablar de ese amor. Desde mi manada.

Les cuento.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.