Document
Por Susana Moscatel

La primera vez que vi la cinta donde Brendan Fraser entrega una de las actuaciones más extraordinarias que he visto en mi vida, fue en el Festival de Cine de Los Cabos y salí de la sala a ver al mar. Me cuentan que pasé ahí dos horas, hasta que se me ocurrió regresar a la “superficie” del golpe emocional que la historia, la actuación, la dirección, todo, me había provocado.

Sí, sabía de los seis minutos de aplauso de pie que recibieron en Venecia, y tenía claro que el director, Darren Aronofsky no nos permite el escapismo cuando se trata de sus películas. No es una versión sanitizada, preocupada por sensibilidades más las que sirvan a la historia, en este caso, una llena de gracia en su mayor esplendor. Tampoco se molesta en cambiar nada sobre lo puedan decir una o dos generaciones que ya no quieren molestarse con nada que los incomode. Pero esta cinta que habla de un hombre con una obesidad mórbida, hablo de 270 kilos, no de una cuestión superflua o estética, y él está tratando de reparar lo que pueda con el poco tiempo que le queda.

Bueno, pues la cinta ha tenido tantas lecturas y críticas que considero profundamente equivocadas y que ya leerán el por qué, me tomó de manera más personal de lo habitual.

Mujeres al frente del debate, abriendo caminos hacia un diálogo más inclusivo y equitativo. Aquí, la diversidad de pensamiento y la representación equitativa en los distintos sectores, no son meros ideales; son el corazón de nuestra comunidad.